Hoy día se necesita la espectacularidad para darse a conocer y para dar a conocer las ideas de unos y otros. A cada momento aparecen en los medios de difusión noticias muy diversas, así como reportajes o entrevistas en directo que Nos mantienen al día de todo aquello que sucede, aunque es necesaria la interpretación de todo ello - un verdadero y profundo análisis- para llegar a la raíz de cada cuestión. Es que la verdad necesita un disfraz en el mundo en que nos movemos. No se dice una mentira pero se esquiva presentar la verdadera cara de la verdad.
Así ocurre que puede haber tantas versiones como pareceres de quienes reciben las noticias y tratan de enterarse de la verdad de cada cuestión. Es una verdadera habilidad la que muestran algunas personas para eludir el fondo de la cuestión que debe tratar, bien sea porque se le ha preguntado sobre ello o porque la trae él mismo en su programa. Ya digo que es una de las artes que ha de cultivar el personaje público y suele ser posible llegar a conocer su sistema de envolvimiento de las noticias. El caso es que en no pocas veces, andamos despistados.
Pienso que sería mucho mejor vivir siempre la verdad, aunque para ello sea necesario hablar menos de lo que se habla. Necesitamos estar informados pero de lo que sea verdad. La propaganda hay que cimentarla sobre la verdad y sobre la cuestión concreta a presentar y no aprovechar la ocasión para hacer propaganda de otras cuestiones y así salir del paso de la forma más airosa posible. Hay más que suficientes asuntos de la máxima importancia y a ellos es a los que hay que enfocar para dar a conocer la verdad de cada uno de ellos.
Es cierto que existen Centros de Estudios que analizan con todo detalle cada una de esas declaraciones, pero no todos los interesados en esas cuestiones pueden acudir a ellos para un mejor conocimiento de la situación, aunque cabe el recurso de formar parte de alguna que otra tertulia en la que se traten formalmente esas cuestiones, sin perder por ello su carácter amistoso, casi familiar. Necesitamos la relación personal, ese contacto en el que se habla de muchas cosas bajo el prisma de la verdad. Es bueno para la tranquilidad de espíritu.
Vivir la verdad proporciona calma a los espíritus, incluso a los más inquietos,. Ello hace que la vida se contemple con total serenidad, pues la verdad lleva aneja la legalidad y la dignidad de las personas libres. Por muy importante que sea la cuestión a tratar, la verdad la hace sencilla porque aporta un corazón libre de doblez. Cuando dos personas hablan seriamente de algunos asuntos, lo hacen para ser mejores, para entender mejor la vida, tal cual es y no como a veces nos la quieren presentar. Vivir la verdad es vivir, plenamente, la libertad.