Nos alegramos de haber hecho una cena en unión de nuestros seres queridos. Hoy es un día para dar gracias a Dios muchas cosas. Esas que hemos tenido presente durante este año de penuria. Año del calendario chino llamado: "la rata". Nos vino como son ellas. A escondidas y sin verlas. Ellas sí nos estaban observando. Se daban cuenta de nuestras debilidades. De nuestros descuidos. Para poco a poco irnos dejando su huella de terror. Fuimos muy descuidados. Éramos lo más alto de la creación. El hombre. El rey y señor de la tierra. Ellas no eran nada. Son roedores que viven para subsistir. Unos mamíferos con mucha prole. Que se esconden de todos nosotros. Pero gracias a la civilización pueden comer por nosotros. Se alimenta de las sobras nuestras. No las vemos. Han sido erradicadas. Pero de vez en cuando la vemos en la superficie.
Esta vez no ha sido la peste. Ha sido otra cosa. Un microorganismo. Un virus el que nos ha traído y nos trae por la calle de la amargura. Pero somos poderosos. Todo lo que queremos le encontramos la solución. Estuvimos encuevados como nuestros amigos roedores. Luchando contra algo que estaba ahí. Que mataba. Y que sólo sabíamos que no podíamos tocar nada de la calle. Luego nos advirtieron de las gotitas que al hablar mandábamos al exterior eran el principio del mal. Que nos podía llevar al hospital con mucha fiebre. Nos mandaron poner mascarillas y tener una asepsia de las manos con agua y jabón o con líquidos hechos con alcohol y gel. Pero seguíamos y seguimos infectándonos. Una nueva cepa del virus aparece por aquí y por allí. La economía mundial se reciente. Nuestros seres queridos mayores caen como moscas. Los niños dicen que son inmunes y que no pueden estar con sus abuelos por qué le pueden contagiar. Vaya días que llevamos. Más los jóvenes siguen con sus botellones y disparan los números de contagios. Una locura que hemos vivido en este año que nos queda poco para darle el cierre. Y por cierto lo que nadie podía adivinar también se le echó el candado a la frontera con Marruecos. Donde vivían muchas familias de los trabajos que hacían en esta ciudad autónoma española.
Ahora solo queda rezar por los que nos quedan en estos momentos y desear que nuestro día de celebración valga a parte de unir a familias ser un anticipo de lo que queremos que sea el futuro. Volver a nuestra normalidad. Poder estar más con los nuestros. Sin tener que tener miedo por una eventual cosa, el posible contagio de una cosa tan pequeña pero con tanta malas ideas como es el corona virus. Ojalá que este año 2021, año del búfalo en China sea lo que nos dice este animalito. Un fuerte y fiero animal. Fortaleza que es lo que nos hace falta a todos.
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