“Serrat es un tenaz pregonero de la tolerancia y contra la intransigencia y el sectarismo, venga de donde venga, tenga el signo que tenga”. El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, ha ensalzado este jueves con esas palabras la figura del ganador del XIX Premio Convivencia de Ceuta, el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, de cuya obra ha dicho que “es, en gran medida, el fruto de la fusión y del encuentro, de la mezcla, del mestizaje, en definitiva”.
“El jurado”, se ha congratulado el líder del Ejecutivo local, un devoto del artista, “ha acertado de manera rotunda: el vínculo entre Serrat y la defensa de la convivencia es de naturaleza esencial, inequívoco”.
“Quienes tenemos una edad”, ha presumido Vivas como suele de peinar canas, “no olvidamos que, a finales de la década de los sesenta del siglo pasado y primeros años de la de los setenta, irrumpe con fuerza arrolladora en nuestro panorama musical un joven cantautor, soñador de pelo largo, inconformista, atrevido, distinto, atractivo, que para muchos representó el trovador que anunciaba el nuevo tiempo que pronto llegaría, el nuevo tiempo de libertad y concordia que tanto deseábamos”.
De la trayectoria de Serrat, que a finales de diciembre cumplió 80 años y que sacó su primer disco al mercado en 1967, Vivas ha resumido que “ha compuesto la banda sonora de nuestras vidas”.
"Gracias por haberle puesto música a la poesía de Machado"
“Sus canciones tratan de la amistad, de la niñez, de la felicidad, de la soledad, de la vida, de la muerte; y en todas, como fondo, en la base, el amor, el que todo lo puede, para el que no existen sueños imposibles. Son canciones”, ha recapitulado, “que nos han hecho reflexionar sobre nosotros mismos, procurar ser mejores”.
“Sus coplas son evocadoras, nos traen recuerdos de personas, lugares, momentos y vivencias que permanecen para siempre guardados en ese rincón del alma reservado a lo más querido y entrañable”, ha añadido el presidente sobre “una relación de afecto y admiración que supera el paso de los años, los cambios generacionales, los adelantos de la ciencia, las modas, las ideologías y los avatares de la vida”.
De sus letras ha elegido “sentimientos o afirmaciones” como los versos que dicen que “decir amigo es decir que lo tuyo es nuestro y lo mío de los dos”, que “no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí”; o que “ser mediterráneo es una manera de entender la vida, de relacionarse con los demás, un carácter forjado desde el origen de los tiempos a fuerza de encuentros y desventuras”.
“En qué rincón de nuestra geografía cada Semana Santa no suenan los acordes de ‘La Saeta’, no se canta ‘quién me presta una escalera para subir al madero y quitarle los clavos a Jesús el Nazareno”, se ha preguntado retóricamente.
“Gracias, querido Joan Manuel”, ha enlazado Vivas “el reconocimiento con el agradecimiento”, por “haberle puesto música a la poesía de Antonio Machado y de Miguel Hernández, con la sutileza sublime que otorga el talento, la complicidad y el respeto; por cantarnos lo que queríamos y necesitábamos oír: nunca más las dos Españas; nunca más una guerra entre hermanos; nunca más la cárcel, el paredón o el destierro”.
También “por ser un referente de dignidad y honestidad que a nadie le pide que comulgue con sus ideas, pero siempre actúa conforme a sus principios, cueste lo que cueste, sin importarle el qué dirán, los reproches, los insultos, las descalificaciones, los vetos o la persecución”.
“Ceuta es un buen ejemplo de que la convivencia, además de lo natural, lo sensato y lo conveniente”, ha conectado las virtudes que ha destacado del cantautor con la ciudad autónoma, “es posible”.
Entre las esencias locales ha desgranado la de “valorar lo que somos y lo que está en juego: la convivencia nos hace más tolerantes, más solidarios, más humanos, mejores”.
“Como actor principal, el pueblo de Ceuta, sin duda, el activo más potente de nuestra sociedad, un pueblo que, como tantas veces decimos, lleva en el ADN la resistencia; en el corazón, la convivencia; y en el alma, el amor a España”, ha remachado antes de dar la bienvenida a la ciudad a Serrat y a su esposa, Candela Tiffón.
“Bienvenidos a este rincón del Mediterráneo, a un lugar en el que, como describes en tu memorable obra, se vive entre la playa y el cielo, un lugar de noches pintadas de azul, de atardeceres rojos, de llanto eterno, de levantes otoñales. Y el mar, siempre cerca, siempre presente, tanto que, según López Anglada, nuestro insigne poeta, Ceuta parece una niña dormida sobre los brazos del mar que tiene por almohada la espuma de las olas, ha terminado.
Serrat se incorpora a una lista de condecorados que, hasta hoy, conforman en orden cronológico inverso la chef hispano marroquí Nayat Kaache, el obispo Juan José Aguirre, los Franciscanos de Tierra Santa, la niña paquistaní Malala Yousafzai, el escritor Mario Vargas Llosa, la organización no gubernamental Sonrisas de Bombay, la activista Helen Lieberman, el científico Manuel Elkin Patarroyo, la Fundación Miguel Gil Moreno, el maestro Daniel Barenboim, el economista y Nobel de la Paz Muhammad Yunus, la Asociación Víctimas del Terrorismo en España, el Pueblo de Madrid, el Pueblo de El Salvador, el escritor y filántropo Dominique Lapierre, la asociación Mensajeros de la Paz, el misionero Vicente Ferrer y el expresidente Adolfo Suárez.
Una pena que la intervención de vivas fuera el doble de tiempo que la de Serrat. Alguien tendría que haberle dicho que por una vez dejara el protagonismo al protagonista, al que además teníamos más interés en escuchar.