Si en algo coinciden los presidentes del PP en Ceuta y a nivel nacional, Juan Vivas y Pablo Casado, es que ambos manejan unos discursos claros, con mensajes directos. Pueden gustar o no, pero no se andan con rodeos y ayer, en el ecuador de la campaña electoral, coincidieron en una Ceuta que ambos aman para hacer gala de ello. Casado siempre ha mantenido un mismo discurso, el del no al Gobierno de Pedro Sánchez si este busca acuerdos con quienes consideran atentatorios contra los intereses del país. Los valores priman sobre la obtención de beneficios políticos. Es la máxima de Casado, aunque muchos intenten ya desbancarlo del liderato del partido haciendo leña del árbol caído cuando en estos momentos solo merece cabida la unión. Casado se mantiene firme con este modo de política pero también con Ceuta, una ciudad que ha visitado ya seis veces y que, asegura y lo demuestra, la lleva en el corazón. ¿Qué presidente recuerdan que haya tenido tal apego?
Por su parte Vivas está protagonizando una campaña sincera. Sorprende el presidente por sus intervenciones escasas pero contundentes, en unas jornadas en las que ha querido dejar claras sus claves sin andar con rodeos, sin ser una especie de pato mareado y respondón de lo que otros digan. Vivas no lo necesita. Tampoco el PP local. Los ciudadanos votarán el 26M en conciencia y el líder del PP en nuestra ciudad está dejando claro su planteamiento, presentando la gestión desarrollada en estos años de gobierno y advirtiendo de los peligros de entregar una Ceuta a quienes prometen experimentos y no han demostrado nada. Porque sí, Vivas ha cometido errores. Pero también ha cosechado aciertos y, sobre todo, ha sabido mantener la administración sin recortes, sin despidos en los peores momentos de la crisis, cuando los ayuntamientos del resto del país estaban quebrando. Esto no hay que olvidarlo porque hacerlo sería una tremenda injusticia contra quien ha sido un buen gestor para una Ceuta que no es, ni por asomo, la que era. La tarjeta de presentación de Vivas se conoce, la de otros se oculta porque ni se sabe a qué juegan. Cada cual votará en conciencia, en libertad y con sus razonamientos. Pero que lo haga con memoria. Porque el olvido es el peor castigo que existe y nos puede condenar al peor de los fracasos.