Forman parte de una historia olvidada y me atrevería a decir que incluso despreciada por quienes tuvieron la obligación de ponerla en valor. Las viudas de Regulares forman parte del patrimonio de Ceuta, son una leyenda que va apagándose poco a poco.
Protagonistas de artículos y reportajes son testimonio vivo de una época marcada por la injusticia de no ver reconocidos sus derechos.
Hoy visita la ciudad la ministra de Defensa, Margarita Robles. Humana, preocupada por las fuerzas armadas y con una respuesta rápida y sincera ante las desgracias que han sacudido a miembros de la Comandancia General en Ceuta, sería el momento ideal para que conociera de primera mano la situación de estas mujeres, lo que representaron y sufrieron.
Sinceramente el problema enquistado con estas viudas que nunca recibieron las pensiones debidas tras las muertes de sus maridos no creo que se solucione. Llega demasiado tarde, suele ocurrir con las buenas causas.
Pero más allá de esas soluciones está la atención a la deuda moral mantenida. Ahí es donde tiene sentido esta visita, en que Robles como rostro del Ministerio de Defensa charle y conozca la historia sin resolver por parte de este gobierno y los que le precedieron.
Estas viudas han tenido el cariño de sus familiares y de toda una barriada, la del Poblado Regulares. Su situación debió resolverse en su día, quizás ahora solo haya espacio para moralmente tener un gesto hacia las pocas que siguen con vida.
Los hijos de Regulares, hoy hombres y mujeres que llevan con orgullo esa historia, son los encargados de darle vida, de evitar que se pierda en una Ceuta que tiene la deuda de cuidar lo suyo para herencia de futuras generaciones.