Vidas entre hierros

La puerta del Tarajal es la puerta del negocio. Cruzar una de las fronteras más tercermundistas es sinónimo de negocio para unos, de libertad para otros.

Los primeros son los traficantes de personas; los segundos, las víctimas. A diario se intenta franquear esa línea plagada de cámaras, agentes y medidas de seguridad. En demasiadas ocasiones el negocio sale redondo, sobre todo a determinadas horas del día en las que, se sabe, el control no puede aplicarse con tanto celo. En otras ocasiones, la pericia de los agentes destinados específicamente a estas labores se traduce en la consecución de arrestos. Ayer, precisamente, fue un día de esos. Tanto la Guardia Civil como la Policía marroquí consiguieron detener, prácticamente a la misma hora, a dos pasadores de inmigrantes, rescatando del interior de los 'vehículos patera' usados para el traslado a dos subsaharianos.
La Guardia Civil lo conseguía en torno a las 9.00 horas. Mientras los trabajadores transfronterizos y los porteadores se afanaban en el cruce del paso, se vivía, en pleno control del Tarajal, una de esas escenas que, por repetidas, impiden, por su dramatismo, que una persona se acostumbre a verlas.
Agentes del Instituto Armado que procedían a inspeccionar el vehículo modelo Ford Orion, de matrícula marroquí, se topaban con un joven de 23 años, originario de Guinea Conakry y llamado T.H.B., que intentaba mantenerse lo más quieto posible en el interior del motor. Difícil tarea. Cuando los agentes lo encontraron y sacaron del hueco, el joven no podía casi andar y se quejaba de la elevada temperatura a la que tuvo que adaptarse que casi quema su cuerpo. Los agentes le ayudaron a llegar hasta el puesto de reconocimiento que tienen en el Tarajal, en donde sería atendido por la ERIE de Cruz Roja.
Los guardias auxiliaron al inmigrante pero también consiguieron detener a su pasador, un joven marroquí que pretendió huir hacia Marruecos al ver que le habían sorprendido en plena comisión del delito. Fue interceptado antes de cruzar al otro lado y acusado de un delito contra el derecho de los ciudadanos extranjeros. El marroquí Y.A., de solo 21 años, permanecerá en prisión preventiva a la espera de juicio.
Prácticamente a la misma hora en la que los agentes de la Benemérita actuaban en Tarajal, la Policía marroquí hacía lo propio en Marruecos. Allí, antes de acceder a territorio español, era detenido otro compatriota cuando pretendía entrar ocultando a un subsahariano en el coche. Ambos, pasador y víctima, fueron interceptados y entregados a la autoridad.
Las dos escenas, separadas por una línea de control, dibujaban perfectamente en qué se ha convertido el espacio fronterizo. En una suerte de dramas, de negocios, de operaciones de pequeñas redes que viven de la explotación de otras vidas... a diario se producen situaciones en las que los milagros toman el control.

El drama en la calle
Dos pasadores escapan tras abandonar a un subsahariano desfallecido. La Policía Local activaba 24 horas antes el protocolo por entrada de inmigrante en plena barriada del Príncipe, tras ser alertada por los vecinos de la barriada de que un individuo había dejado abandonado en plena calle a un subsahariano para después huir del lugar. El inmigrante, natural de Guinea Conakry, estaba tendido en la acera, desfallecido y sin fuerzas, por lo que inicialmente tuvo que ser reanimado por los propios vecinos de la barriada que le echaron agua para reanimarlo. Después llegaría la Cruz Roja y el CNP para hacerse cargo del joven. No se pudo localizar al autor de este pase, pero sí reconocer que conducía un vehículo de matrícula marroquí y que estaba ocupado por dos personas que, tras abrir la parte delantera del vehículo sacaron al individuo y lo arrojaron a la calzada quedando este desvanecido en el suelo sin poder levantarse. Los vecinos al ver que éste no daba señales de vida le echaron agua por la cabeza logrando reanimarle.