El pasado 30 de noviembre cuatro vehículos estacionados en los garajes del antiguo Poblado Legionario, en la barriada del Príncipe de Ceuta, quedaron completamente calcinados. El incendio fue de tal consideración que afectó a las viviendas que están ubicadas justo encima de esta infraestructura.
Casi 15 días después los vecinos de esas 60 casas siguen sin luz y soportando el olor de las aguas fecales que caen constantemente e inundan los garajes y el aljibe hasta inutilizarlos. Son familias que, de la noche a la mañana, se han visto obligadas a tener que aparcar sus coches fuera y a convivir con el olor constante que emana de esas aguas residuales, sin luz en la escalera, sin ascensor y abasteciéndose del líquido que sale directamente del grifo con un color amarillento.
Precisamente cuando El Faro de Ceuta se encuentra visitando la zona y hablando con los residentes, una vecina se acerca para comentar que acaba de llenar una garrafa de agua y presenta este tono, algo que, sumado al olor que ya alcanza las viviendas más bajas, complica la habitabilidad en la zona.
Los vecinos están hartos, no entienden cómo casi 15 días después tienen que ser víctimas paralelas de un incendio que no solo provocó daños en un grupo de coches, sino que dejó anulado por completo parte del garaje y terminó afectando a las viviendas. El día a día así es una odisea. “Huele mal, no podemos bajar a los garajes, no hay luz ni ascensor”, explican los afectados visiblemente desesperados.
Es evidente que para solventar estas deficiencias hay que acometer una obra de envergadura, incluso asumen que los plazos llevan su tiempo, pero se les debe ofrecer una solución de urgencia adecuada a lo que están padeciendo porque vivir ya en estas casas se está convirtiendo en un imposible.
De momento la respuesta de la Ciudad no les sirve porque lo que necesitan es celeridad, inmediatez, que puedan volver a la vida que tenían antes. Así de simple.
Solo descender las escaleras que conducen a lo que funcionaba antes del siniestro como cochera viene acompañado del mal olor que procede de esa caída constante de aguas fecales. El aljibe está inundado y supone todo un atentado contra la salud pública. Abrir la puerta de los garajes supone toparse con una gran charca que va a más porque la caída de este líquido residual es permanente.
Un vecino muestra el estado en que ha quedado su vivienda, ubicada en los bajos del Poblado Legionario. Es inhumano vivir ahí. El agua ha superado el propio inodoro, el olor es insoportable. Es uno de los casos más graves, pero otros residentes empiezan a sentir situaciones similares. Una mujer, ya entrada en años, indica que en casa ya no pueden estar por el olor de las aguas sucias que caen. No pueden hacer una vida normal.
Los bajantes quedaron destrozados por las llamas, lo que ha provocado que las aguas fecales busquen la salida directa hacia el garaje. Ya esto afecta al agua que consumen que sale directamente del grifo turbia.
Los vecinos solo reclaman una ayuda urgente para vivir con una mínima dignidad. Recuperar la tranquilidad que tenían antes de aquella madrugada del 30 de noviembre cuando tuvieron que abandonar sus casas y se toparon con unas llamas que arrasaron con todo lo que pudieron. La fachada muestra la huella de lo sucedido y solo se puede usar parte de esos garajes.
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