Se trata del fenómeno del verano que poco a poco vamos dejando atrás (el verano, no el fenómeno). Hemos podido ver a gente, mayoritariamente de especie femenina, aunque de todo había, ejerciendo el fenómeno fan, vestida de rosa en las kilométricas colas del cine. Eso de las colas del cine, guste o no el producto, siempre es buena noticia para una industria que lo necesita imperiosamente porque se encuentra sobreviviendo con respiración asistida
Ahora se estrena en todas las plataformas en streaming habidas y por haber y el repunte de la moda del verano hará que acabe siendo la moda del otoño, pero en casa de cada uno.
Divertida y arriesgada, rompedora por sus ideas reivindicativas, Barbie tiene una carga de profundidad bastante superior a lo que puede uno esperar de una película basada en una muñeca, por icónica que sea, si bien es cierto que la trama en sí es una chorrada como un piano de cola.
Los mayores atractivos de la propuesta son el mundo de Barbie, recreando los juguetes y accesorios con toda la gracia, lo chistes socarrones y los guiños, muchos y muy divertidos, así como la pareja protagonista: Margot Robbie encaja a la perfección tanto como en la “Barbie estereotípica” (manera elegante de decir “rubia tonta del culo”, como en la Barbie lista (porque la actriz tiene pinta de serlo un rato), Ryan Gosling como Ken está espectacular, lo mejor del metraje.
Desde Toy Story no se había visto nada así de atractivo basado en un producto de entretenimiento, videojuegos incluidos, en un entramado argumental que comienza con Barbie viviendo en su mundo perfecto y teniendo el mejor día de su vida una y otra vez, hasta que comienza a hacerse preguntas de esas que nos hacemos las personas normales en nuestro día a día y que ensombrecen nuestra existencia. Ahí hará un viaje hasta el mundo real en busca de respuestas, en la compañía de su inseparable Ken.
Cuando el alegato activista, menos centrado exclusivamente en el feminismo de lo que aparenta, uno como espectador comienza a darse cuenta de que se hace reiterativo, también ve la cinta con otros ojos porque ve un poco cuesta arriba el final de la misma, pero el envoltorio rosa desternillante y las pinceladas de inteligencia, por paradójico que resulte, hacen que merece la pena dejarse llevar por la ola (maravillosa película sobre el borreguismo y el germen del nazismo, por cierto, las cosas no están unas tan lejos de las otras…) y caer en la tentación de ver la película de moda. Y lo mejor de todo es que al final hasta te alegras de haberla visto y todo.
Podemos pues afirmar que su directora da en el clavo del éxito (rotundo, hay que reconocerlo) con una autoparodia algo panfletaria, extraña y provocadora, tan visualmente poderosa como digna de leer entre líneas, si son capaces de que no les acabe cargando un poquito.
Puntuación: 6
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