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La vida de Mayte, una octogenaria muy inquieta

Mayte Sánchez tiene 86 años, un número que nadie imaginaría si conociera sus hábitos y su deslumbrante vitalidad y agilidad, todo esto acompañado de una memoria e inteligencia envidiable. Nació en Cádiz aunque lleva en Ceuta desde los 8 años.

A sus 86 (en agosto cumple 87) asiste a la Universidad para adultos, es voluntaria de Cruz Roja, va a dos gimnasios distintos, camina siempre que puede, le encanta leer libros, hacer crucigramas y pasatiempos. Y porque el día no tiene más horas, si no a Mayte no se le escapaba nada.

Esta jovencita encerrada en un cuerpo de 86 años vive con su gatita Mini (un felino que adora tanto a Mayte que si ella no está en casa se le quita hasta el hambre). Tiene cuatro hijos y tres nietos. Aunque ha sido ama de casa, esto no le ha impedido trabajar en distintos lugares, como en Correos o en un colegio con niños con discapacidad gracias a sus estudios de auxiliar de enfermería.

Desde los 3 años ha vivido con su padre y sus abuelos. El paterno ha sido su refugio durante su vida y su pérdida marcó el momento más triste.

Cuando era niña intentaron frenar sus ganas de estudiar, de bailar y de sacar todo el potencial que Mayte lleva dentro. A partir de los 42 años fue cuando se liberó y pudo sacar toda su personalidad y hacer todo aquello que siempre había querido. “Fue cuando yo empecé a vivir la vida”.

A partir de los 42 años se sacó el graduado escolar, dio clases de informática, estudió auxiliar de enfermería a distancia ya que con sus cuatro hijos no podía asistir presencialmente. Trabajó en Correos y en un colegio con niños de discapacidad gracias a sus estudios de auxiliar, también en las oficinas de Fomento en el Ayuntamiento.

Estar en la universidad le brinda la oportunidad de viajar para acudir a los encuentros

Actualmente, lunes, miércoles y viernes va al gimnasio en el ‘Guillermo Molina’; martes y jueves va al gimnasio del hogar del Mayor y a continuación al ‘Guillermo Molina’ a hacer natación. Por las tardes, de lunes a miércoles asiste a la Universidad de Mayores.

Arte y Cultura en Hispanoamérica y su relación con Ceuta, Paisajes sumergidos y Biodiversidad del norte de África y el mar de Alborán, Psicología, Información y Medios de Comunicación o Actividad Física y Calidad de Vida para rejuvenecer son algunas de las asignaturas que ha cursado este año.

Mayte lleva siete años en la Universidad para Mayores. Obtuvo su beca como graduada tras los tres primero años, una beca que daban a aquellos que presentaran el trabajo final que les exigían.

Mayte va a clases, escucha al profesor y coge sus apuntes, aunque cuenta que se libran de exámenes y que es todo a través de trabajos.

El estar en la Universidad le brinda la oportunidad de viajar con motivo de encuentro entre las distintas Universidades de Mayores de la península, Ceuta y Melilla. Este año el destino fue Guadix, una reunión donde disfrutó mucho y pudo visitar la Universidad de Granada. Y aunque el viaje corre por su cuenta, la Universidad se hace cargo de la comida de sus alumnos.

También es voluntaria en Cruz Roja. “Yo tengo unos 11 pacientes. Mi misión es llevar un control de sus medicamentos. Si le suspenden uno, lo debo eliminar de la lista o añadirlo si le recetan uno nuevo”.

Están leyendo bien, sí. Mayte, 86 años llevando la cuenta de los medicamentos de algunas personas cuya edad es inferior a la suya. Entre risas Mayte revela que es algo a lo que no le da importancia porque está acostumbrada, pero le ha dado la risa al pensarlo y ser consciente de la inusual situación.

Estuvo conduciendo su coche hasta el año pasado. Suele ir al teatro, le encantan los conciertos, sobre todo los militares.

También narra que cuenta con una bolsa y estanterías llenas de libros, muchos de ellos sobre el ejército e historia militar, tema por el que tiene devoción.

Lee sobre novela de amor romántico e historia en general, otro de sus temas favoritos. Lo que no le gusta nada son las revistas de cotilleos, aunque también tiene algunas para hacer los pasatiempos que esconden. Crucigramas, sopas de letras o acertijos.

La importancia de creérselo, hacerlo y no detenerse

Mayte manda un mensaje a todos aquellos que con su edad no se mueven y no hacen ejercicio por dejadez. “Los animo a que no dejen de moverse y lo hagan sin ganas, porque si yo tengo esta agilidad es gracias a que no he parado”.

También ha confesado que ella no es nada “dejada” y que verse arregladita le cambia el estado de ánimo. Un poquito de rimmel, un poquito de pintalabios y ya se empieza el día con alegría.

Mayte es, sin duda, un ejemplo de vida para todos los que llegados a cierta edad se auto imponen el “ya estoy muy mayor para esas cosas” y se condenan a una cama o el sofá. Tanto a nivel físico como mental.

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