En la intrahistoria de los miles de casos de violencia de género, en la letra pequeña, afloran los nombres de menores que sufren el desgaste psicológico de la batalla dialéctica o física que libran sus padres a diario.
Presencian desplantes, insultos, agresiones... y un modelo de relación paterna que se desmorona a su alrededor sin que, en la mayoría de las ocasiones, nadie se preocupe en tantear su opinión ni en medir las consecuencias del impacto emocional en la mente de quien aún no ha alcanzado la madurez.
Sobre algunos de esos riesgos y factores, construidos a partir de cientos y cientos de informes reales, edificó ayer su ponencia Pedro Javier Amor, profesor de Psicología de la UNED en Madrid y con una larga trayectoria docente y de investigación a sus espaldas centrada en la violencia de género. Las estadísticas, reconoció, son contundentes: miles de niños son víctimas en España (en EEUU una friolera de tres millones) y un 75 por ciento de ellos, a ambos lados del Atlántico, sufrirá problemas de conducta por su exposición diaria a un entorno degradado por un rosario de malos tratos. La mitad de las chicas que presencien esas imágenes, además, acabarán entablando relación con hombres que secunden el patrón violento. “Desconocemos por qué, pero es así”, alertó ayer Pedro Javier Amor.
Los síntomas, desgranó el profesor universitario, pueden manifestarse de mil formas pero todos convergen en un mismo punto: provocan algún trastorno emocional que, en mayor o menor grado, revela sufrimiento. Ante la visualización constante de violencia de género de uno de sus progenitores sobre el otro, el niño puede padecer trastornos en forma de pesadillas o terror nocturno, pero también aislándose del estímulo (silenciar el tema o evitar cualquier contacto con cualquier persona que le recuerde sus experiencias negativas). El estado de ánimo puede verse sacudido, quedando constancia en fases de amnesias, temor, sentimiento de culpa o una simple apreciación negativa del mundo que le rodea. “Aquellas actividades que le atraían pueden comenzar también a perder interés para ellos”, definió Amor.
Trastornos
Un niño golpeado por escenas de violencia de género se arriesga, por ejemplo, a recrear el maltrato durante el juego. Golpear muñecos imitando las conductas que observa puede ser, según el ponente, una señal de alarma. Otro signo evidente de que algo falla es el desarrollo de una hipervigilancia sobre todo lo que se mueve a su alrededor, una alarma excesiva ante cualquier estímulo que pueda relacionar, de forma real o figurada, con su experiencia traumática. El joven experimenta también arrebatos de furia que convierte en agresiones –copia el rol del maltratador paterno– o severos problemas de concentración que influyen directamente en su rendimiento académico.
Todo ello derivaría en un “daño en el sentimiento de protección y seguridad”. El menor interioriza las consecuencias del trastorno emocional y sufre las consecuencias: le invade la indefensión, una insensibilidad al dolor ajeno, ansiedad, enfados constantes sin motivo aparente o con respuesta desproporcionada, sentimiento de culpa al interpretar que no es capaz de acabar con el clima adverso que domina su entorno... Y un peligro aún mayor, constataba ayer Amor: “Si todo se agrava, el joven puede autoinculparse de todo lo que ocurre a su alrededor”.
Detectado el problema, la atención psicológica es clave. Las recetas en ese punto pasan por incrementar la seguridad, fomentar el apego, potenciar las habilidades del niño y, en la medida siempre de las posibilidades, incidir y reforzar las relaciones familiares.
La voz cualificada de profesionales médicos y policías
A. G. CEUTA
Representantes de las instituciones académicas, profesionales y políticas implicadas en la organización de las jornadas dieron ayer el pistoletazo de salida al que durante tres jornadas será un foro de debate y análisis sobre la lacra de la violencia de género en España. Tras las ponencias ayer de Pedro Javier Amor y Juan Ignacio Paz, hoy será el turno para que Pedro Joaquín Herrera, viceconsejero de Justicia del Gobierno de Canarias, diserte sobre La mediación familiar como instrumento eficaz para la constitución de la guarda y custodia compartida. El servicio de mediación intrafamiliar. Será a las 17:00 para, a continuación, ceder el testigo a Joaquín González, médico del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario del Ingesa, y Remedios Gutiérrez, médico residente de Medicina Familiar y Comunitaria del mismo centro, que pondrán sobre la mesa el Maltrato y abuso sexual en la infancia. Detección y abordaje precoz.
Se encargará de cerrar la jornada Elena Palacios, inspectora jefe del Cuerpo Nacional de Policía y jefa del área de seguimiento y control de la violencia familiar, cuya intervención a partir de las 19:15 girará sobre Protección policial a las víctimas de la violencia intrafamiliar.
Para cerrar el segundo ciclo de las Conferencias sobre violencia de género que organiza la Ciudad, mañana los asistentes a las jornadas en el Palacio de la Asamblea podrán escuchar las ponencias de Javier Rubio, psicólogo forense del equipo psicosocial del Juzgado de Ceuta, sobre Evaluación forense de menores víctimas de violencia doméstica; Sonia Casado, licenciada en Pedagogía, que analiza La importancia del docente en la sensibilización y detección temprana de la violencia en el ámbito intrafamiliar; y Viviana Berros, psicóloga y jefa de servicio del CAM, e Isabel Román, psicóloga también del Centro Asesor de la Mujer, encargadas de despedir las jornadas con la ponencia La intervención psicológica con menores expuestos a violencia de género.
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