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Víctimas ceutíes del terrorismo, recogidas en un libro

La violencia política ha dejado un reguero de sangre en el país al que han contribuido decenas de grupos terroristas, también en Ceuta. La obra ‘El terrorismo en España. De ETA al Dáesh’ repasa la historia de las bandas nacionales y extranjeras que han operado en el interior del Estado y pone nombre a sus víctimas. La publica la editorial Cátedra y la firma Gaizka Fernández Soldevilla (Baracaldo, Vizcaya, 1981), doctor en Historia Contemporánea y responsable de Archivo, Investigación y Documentación del Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo que acaban de inaugurar los reyes Felipe y Leticia en Vitoria. “La anomalía histórica de España no es que haya terrorismo, es que el terrorismo doméstico, el nacional, haya durado tanto tiempo”, explica el autor.

Gaizka Fernández sostiene que en el país se siguen “las dinámicas generales del resto del mundo” y la denominada “tercera oleada” de este fenómeno se dio también en Italia, Alemania o Gran Bretaña entre finales de los años sesenta y principios de los setenta. Sin embargo, en otras naciones tanto los grupos terroristas de extrema derecha como los de extrema izquierda desaparecieron en la década de los ochenta.

Así ocurrió en España con bandas como los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) o el Batallón Vasco Español (BVE). Pero hubo una que continuó con sus atentados hasta que en 2018 se disolvió de forma oficial. “ETA ha sido la banda terrorista doméstica europea que ha durado más tiempo”, asegura Fernández Soldevilla.

Atentados en Ceuta sin resolver

A lo largo de la historia ha habido caballas envueltos en ataques terroristas y la propia ciudad autónoma ha sido escenario de la violencia política ejercida por estos grupos, con sus propias particularidades: “Son unos casos muy llamativos”.

La tarde del 26 de junio de 1975 giró trágico para los ceutíes. Una bomba explotó a las tres en la Comandancia General e hirió a un legionario de guardia. Poco después, hacia las cuatro y media, hubo una detonación en la antigua Comandancia Militar de la Marina. En este edificio, la deflagración acabó con la vida del carpintero de 25 años Fernando Fernández Moreno, casado y con una hija, y provocó lesiones graves a su compañero, Luis López Ramírez. “No la reivindica nadie”, cuenta el historiador.

Sin embargo, hubo otros dos atentados que un supuesto grupo denominado Frente Patriótico de Liberación Marroquí se achacó. “Hay una bomba que desactiva un policía y es herido”, refiere Gaizka Fernández. La otra corresponde a la explosión en la tercera planta del Hotel Ulises para la que se emplearon 16 kg de Goma-2 —“una cantidad muy grande”, apunta Fernández— que acabó con 16 heridos.

Cuando apareció en prensa la reivindicación, el Gobierno de Marruecos niega la existencia de la banda. El historiador señala que no hay evidencias sobre la operatividad del grupo: “No contamos con ningún detenido, ningún interrogatorio, ninguna prueba material de que este Frente exista de verdad”.

Lo curioso, añade el autor, es que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado sí detuvo a miembros del Partido Comunista Internacional línea proletaria, una “escisión ultraminoritaria” de la formación que sí había atentado “en solidaridad con el frente Polisario” en otras ocasiones: “Lo que ellos buscaban era crear tensiones entre Marruecos y España”. Así, llevaban a cabo ataques “de falsa bandera”; es decir, que acusaban a otra banda terrorista para “crear confusión o conflictos a nivel internacional”. “A estos señores se les incautaron 23 kg de explosivo que era del mismo que se había utilizado en Ceuta”, explica Gaizka Fernández.

Durante los años de Transición en España hubo una “especial incidencia” del terrorismo de todos los tipos, aclara el historiador, porque “el Gobierno y la Administración era débil, el cambio de sistema político hacia la democracia hizo que las cosas funcionasen de una manera más irregular y que el país no estuviese preparado para el desafío”.

Una víctima de la extrema derecha

El fin de la dictadura causó que algunos sectores que buscaban su continuación se lanzaran por la vía violenta. El terrorismo de extrema derecha, apunta Fernández Soldevilla en su libro, “se solapó” con el llamado parapolicial o vigilante, como el de los GAL.

El 24 de enero de 1977, un comando irrumpió en el despacho laboralista de la calle Atocha de Madrid y acribilló a tiros a las cinco personas presentes, relacionadas con el sindicato Comisiones Obreras y el PCE. Entre ellos, el caballa Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco, de 30 años, que protegió a su mujer, Dolores González, también presente.

“El terrorismo de ultraderecha y el parapolicial cometió 62 asesinatos durante la Transición”, destaca el autor de ‘El terrorismo en España’ en la obra. Con el paso de los años, las bandas fueron desapareciendo. La última en hacerlo fue ETA.

Este grupo terrorista asesinó a tres ceutíes. Lorenzo González-Vallés Sánchez —59 años y 5 hijos— era gobernador de Guipúzcoa y lo mataron el 23 de septiembre de 1979. Acabaron con la vida del joven agente de la Guardia Civil Francisco Pascual Andreu —24 años— el 6 de abril de 1980 en Orio (Guipúzcoa).

Cuatro años más tarde, otro atentado perpetrado por ETA se llevó por delante a Mohamed Ahmed Abderraman. Se trató del primer y único musulmán asesinado por este grupo terrorista nacionalista vasco. “Para ETA, Mohamed Ahmed Abderraman no era un ciudadano ceutí, no era un ciudadano musulmán; era un policía nacional. Lo que importaba de esta persona era el uniforme que llevaba puesto”, afirma Gaizka Fernández.

El agente murió el 23de noviembre de 1984 en Irún. El ceutí, agrega Fernández Soldevilla, pidió el traslado al norte porque una de sus hijas tenía una parálisis cerebral: “El policía se va al País Vasco para poder pagar el tratamiento de su hija. Tiene 37 años y lo matan. Es algo dramático”. La esposa, Aixa, en aquel momento, estaba embarazada de su cuarto hijo.

Las cifras oficiales

El Ministerio del Interior ha reconocido a 1.451 víctimas mortales del terrorismo y 4.983 heridos entre los años sesenta y la actualidad. Entre ellas constan nacionales y extranjeros asesinados en el interior de nuestras fronteras así como a españoles en el exterior, aunque faltan algunas por incluir por circunstancias como que nadie haya iniciado el trámite o no había pruebas sobre la implicación de una banda en un ataque, entre otros ejemplos que cita el historiador.

En cambio, el Ministerio ha reconocido a 21 personas asesinadas por el Frente Polisario entre 1975 y 1986, compensadas como víctimas del terrorismo, cuando la Audiencia Nacional no considera al grupo como terrorista.

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