La campaña de vacunación no ha conseguido parar, de momento, las peores noticias: las de las vidas que se van. La
COVID-19 ha sumado este martes una nueva víctima mortal a las 80 que ya había sufrido Ceuta desde el comienzo de la pandemia, hace prácticamente un año. Con la muerte de una mujer de 63 años ingresada en planta en el
Hospital Universitario, que ya había superado el covid pero las secuelas se la han llevado, las personas fallecidas por esta enfermedad ascienden a 81 en nuestra ciudad. Aunque al inicio del estado de alarma, decretado en marzo de 2020, era difícil tener la certeza que esta situación se alargaría tanto (teniendo en cuenta que aun a día de hoy, con la campaña de vacunación en curso, sigue siendo complejo pronosticar hasta cuándo durará esta situación. Pero no todo suena a malas noticias. Según un informe que recientemente publicaba la Unión Europea, varias países miembros han advertido una disminución en la incidencia general del virus en las últimas semanas. No obstante, la situación epidemiológica sigue siendo un motivo de gran preocupación y los datos disponibles en el documento europeo admiten que el riesgo que supone la COVID-19 va a seguir siendo "muy alto" en los próximos meses y, sobre todo, para las personas más vulnerables. La COVID-19 afecta de distintas maneras en función de cada persona. La mayoría de las personas que se contagian presentan síntomas de intensidad leve o moderada, y se recuperan sin necesidad de hospitalización. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que los síntomas más habituales de la COVID-19 son la fiebre, la tos seca y el cansancio. Otros menos frecuentes que, sin embargo, afectan a algunos pacientes son los dolores y molestias, la congestión nasal, el dolor de cabeza, la conjuntivitis, el dolor de garganta, la diarrea, la pérdida del gusto o el olfato y las erupciones cutáneas o cambios de color en los dedos de las manos o los pies. Estos síntomas suelen ser leves y comienzan gradualmente. Algunas de las personas infectadas solo presentan síntomas levísimos, y la inexactitud sobre cuáles son las señales que han de llevarnos a pensar si estamos o no contagiados es una de las causas de que esta enfermedad se extienda a tanta velocidad.