Opinión

El viaje a Rabat de Mariano Bertuchi

Antes de ser funcionario de la Alta Comisaría, Bertuchi estuvo trabajando para diversos organismos públicos y privados. Y, como es natural en todo artista, también montó varias exposiciones. Por aquellos años exponía principalmente en la famosa Sala Parés de Barcelona; uno de los mejores centros expositivos del país.  El idilio con esta Sala lo había iniciado en 1917 con Asuntos, tipos y costumbres de Marruecos; a la que le siguieron Paisajes y costumbres de Andalucía, en 1919; Impresiones de Tetuán y Xauen, Marruecos, en 1921 -esta exposición era  novedosa, pues era la primera vez que se mostraban motivos de Xauen-, que también la llevaría ese mismo año al madrileño Salón de Arte Moderno; y Marruecos luz y sombra, en 1922. Para 1924 tenía apalabradas dos exposiciones más en la citada Sala catalana; una en invierno, en febrero, y otra para el próximo otoño. Pero ahora necesitaba nuevos temas. Y es entonces cuando decide realizar un viaje al Protectorado francés; concretamente a Rabat y a la vecina Salé. Cuando Bertuchi viaja a Rabat ya llevaba varios años instalado en Ceuta, ciudad que estaba creciendo a un ritmo desaforado al calor del Protectorado español en Marruecos. Por otro lado,  Rabat también era una ciudad en pleno crecimiento. En 1912, el residente francés, Lyautey, la había convertido en la capital administrativa del Protectorado francés. Era lógico, pues Fez, la antigua capital imperial, se encontraba  alejada del mar,  la principal vía de abastecimiento. Con treinta y nueve años y con renovadas ansias de descubrir nuevos motivos de inspiración, en el invierno de 1923 emprende una nueva  aventura. Tres centenares de kilómetros al sur separan a Bertuchi de esta nueva empresa. No eran, desde luego, los mejores momentos, pues Abd el Krim estaba a punto de iniciar una feroz ofensiva sobre la zona occidental del Protectorado español. Poco sabemos de su estancia en Rabat, pero de lo que sí tenemos constancia es del trabajo que dejó para la posteridad. En un principio, siguiendo su filosofía, Bertuchi no estaba interesado por la parte moderna. Buscaba  los lugares más emblemáticos y las escenas sencillas y genuinas; es decir, el alma de la ciudad, su esencia. La ciudad nueva, la colonial, esa no le interesa... Su afán,  como así lo había demostrado sobradamente, era dejar testimonio de la singularidad; de la historia condensada a través de los monumentos, del urbanismo más ascentral y el costumbrismo. Consciente de esta responsabilidad  e impregnado de este espíritu, Bertuchi visita los lugares más icónicos, como la torre almohade de Hassán, de finales del siglo XII, obra que no se completaría al morir el sultán Yaqub al-Mansur, en 1199. La torre, debía medir más de 60 metros, aunque se quedó en la nada despreciable cifra de 44. Por otro lado, para darle al espectador una idea de su grandiosidad, Bertuchi dibuja algunos personajes a su alrededor, que quedan empequeñecidos ante la potencia del espectacular minarete. Igualmente visita la Qasbah de los Ulayas, imponente estructura del siglo XIII, que se encuentra situada en la desembocadura del Bu Regreg, el río que divide la ciudad de Rabat con la vecina Salé. La parte monumental la completa, con otros motivos, como la necrópolis de Chellah, antigua colonia romana y primitiva Rabat. De su monumental puerta dejaría Bertuchi una memorable acuarela con una armonía de colores terrosos y un cielo plúmbeo, poco frecuente en la pintura bertuchiana, donde normalmente predominan las  luces extremas. Así mismo, del famoso puerto de Salé deja un formidable trabajo; el delicioso óleo Embarcadero de Salé (37x49 cm) donde predominan las suaves tonalidades rosadas y doradas, que sugieren una puesta de sol idílica. Apuntes a la acuarela, plumillas, aguadas, acuarelas y óleos, captan otros lugares más mundanos, como concurridas calles, bulliciosos zocos,  mezquitas  con sus enhiestos minaretes... Tras la vuelta a Ceuta prepara la citada exposición, que tiene lugar del 1 al 15 de febrero de 1924, bajo el título Paisajes y costumbres de Marruecos. Zona francesa. En esta ocasión presenta veintiocho obras: veintidós de Rabat, dos de Salé y cuatro de Tánger. También, por esas fechas, Bertuchi  empieza a colaborar con Revista de Tropas Coloniales, de la que llegaría a ser su director artístico hasta finales de 1927. Precisamente del número del 1 de julio de 1924 de esta revista hemos escogido las  plumillas que se reproducen en este artículo. *José Antonio Pleguezuelos Sánchez es autor de Mariano Bertuchi y San Roque (2006), Mariano Bertuchi, los colores de la luz (2013) y Mariano Bertuchi, carteles y turismo (2020)

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