“Vi y sufrí todo lo que ocurrió el 6-F"

Nathan, que entonces tenía 15 años, es uno de los supervivientes y esta semana relató su experiencia en un debate organizado en Alemania.

Los supervivientes no olvidan la tragedia del 6 de febrero por muy lejos de Ceuta que estén un año después. Aquel amanecer vieron la muerte en el mar y reponerse a un trauma así requiere de tiempo, afecto y oportunidades de reconducir sus vidas tras meses de camino, escondites y volverse invisible antes del día más esperado, pero también en el que más arriesgaron.
Aún así, algunos de los subsaharianos que se lanzaron al mar aquella trágica fecha rememoran en estos días las bocanadas de aire mientras el agua salada les ahogaba, los rostros de los caídos en ese intento desesperado por seguir adelante y los pelotazos de goma de la Guardia Civil que, sostienen, fueron contra ellos.
Los pocos testimonios que no son monopolizados por quienes protegen sus intereses se pierden en Europa, donde llegaron cuando aún no se había cumplido el primer aniversario . El rastro de alguno conduce a Alemania donde esta miércoles el Centro Europeo para los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR en sus siglas en inglés) organizó un debate bajo el título Límites letales de Europa: Justicia para las víctimas de Ceuta en Berlín.
En la mesa redonda participaron abogados, activistas y Tresor de Camerún, quien relató las duras condiciones en las que vivió dos años en la frontera de Marruecos y Ceuta. Sin embargo, la única narración que pudo transportar a los germanos a esa línea marítima difusa entre dos territorios soberanos fue Nathan, de 16 años. El joven participó por videoconferencia acompañado de su abogado Gonzalo Boye de Madrid.
Cuando tan solo contaba con 15 años, este menor fue uno de los más de 300 subsaharianos que pertrechados con flotadores rudimentarios corrieron hasta adentrarse en el mar. “Vi con mis ojos lo que ocurrió y en mi caso incluso lo experimenté en mi propio cuerpo”, declaró Nathan. El muchacho se identificó como “herido –por la Guardia Civil– en la frontera marroquí-española y deportado a Marruecos”. Medios de comunicación adelantaron hace unos días que fuentes jurídicas deslizan una inminente personación de testigos presenciales para reclamar justicia.
De los 23 inmigrantes que llegaron a la playa del Tarajal y fueron expulsados por las fuerzas de seguridad del Estado, figura un menor camerunés de 16 años según las ONG y cuyas características coinciden con las de Nathan.
“La represión brutal en Ceuta es sintomática de la violenta e ilegal ‘devolución en caliente’ a las fronteras exteriores de la Unión Europea. Se ignoran los derechos de los solicitantes de asilo. Aunque el poder judicial español inició una investigación sobre el despliegue de la Guardia Civil, ninguno de los responsables fue llevado ante la justicia”, lamentó ECCHR. La Administración General del Estado, en sus distintos estamentos, defiende que nunca dispararon a los subsaharianos directamente.

“Conocí en Oujda a tres de ellos”

Ismael Souleman, natural de Chad y alumno de la Asociación Elín hasta que dejó Ceuta, fue una de las 91 personas que evitaron a las fuerzas de seguridad españolas y marroquíes en uno de los pases más numerosos que el fenómeno migratorio dejó en la ciudad. Souleman coincidió con tres de los fallecidos en el asentamiento chabolista autorizado por la Universidad de Oujda por razones humanitarias, donde llegó herido de un pie tras sufrir un accidente huyendo de las autoridades marroquíes en el Monte Gurugú (Melilla). “Ellos me ayudaron”, recordó. “Aún no me lo creo, pero es cierto. Mi corazón está muy triste”, señaló Didier, un camerunés que ya se encuentra en la península y conoció a seis de las víctimas en el campamento al este de Marruecos y junto a la frontera de Argelia.