Veneno (sí, Veneno, así conocido en España de siempre; qué necesidad habrá de decirlo en inglés con una traducción tan sencilla) es de esos antihéroes de Marvel que comenzaron directamente como villanos, sólo hay que verlo, y que se ubicaron con arraigo en el corazón de demasiados fans como para ignorar el dato. Así las cosas, el personaje ha virado varias veces y no me extrañaría que acabase formando parte contra natura de los Vengadores o algo similar.
La tendencia manda… Ruben Fleischer, director de la recomendable Bienvenidos a Zombieland, con la que comparte tono mordaz y diálogos con punta afilada, entra de lleno en el poderío de la Disney/Marvel con una cinta de menos quilates que otras producciones del sello y un resultado irregular.
Desde luego funciona mucho mejor como comedia sencillota que como cine de acción. Tom Hardy, que ya ha pasado por cine del género para Marvel y también la competidora DC enfrentándose a Batman, representa la parte humana del engendro, un periodista llamado Eddie Brock (los verdaderos marvelitas spidermaníacos sabrán de lo diferente del origen del personaje en el cómic) que se ve enredado en asuntos turbios de una empresa que pretende experimentar uniendo seres extraterrestres a personas con incierto resultado.
Ya se pueden imaginar que acaba siendo el propio Brock del que acabe “enamorado” este ser al que llaman simbionte y que aporta unos poderes tan comparables como la inestabilidad brutal con la que entran en acción (a partir de aquí no queda otra que hablar en plural). La premisa de la forma de actuar del extraterrestre es similar a la de la historia que contaba Fallen, cinta en la que Denzen Washington se las vio con un ente que poseía indiscriminadamente los cuerpos de personas de todo tipo y condición.
La puesta en escena es espectacular de la mitad del metraje hacia adelante, que es donde aparece el simbionte en su magnitud, y bastante descafeinada en consistencia argumental. Sin embargo, el tono distendido con el que el proyecto se ha concebido tarda en destaparse como tal, nunca llega a tenerse claro si el protagonista es un héroe, un villano o una amalgama de los dos, pero acaba con seguridad siendo la mayor de sus fortalezas. Aquellos que gusten de buscar a Stan Lee en todo lo que firme Marvel, que no desesperen si acabando la película aún no se han topado con su ilustre cameo.
Lo bueno se hace esperar… La cinta se centra en los orígenes, siempre difícil para el ritmo del producto final, y se nota. No pasará pues a la historia como la mejor propuesta del sello comiquero, como ocurre con su versión originaria, pero resulta igual de atractivo su potencial como para que lo volvamos a ver en la gran pantalla peleándose contra enemigos más carismáticos, o quizá luchando a sus lados. Quién sabe.