El ‘apalabramiento’, un tradición desconocida para muchos y que antecede a la gran boda gitana, se produce en Ceuta en raras ocasiones, la última vez fue hace seis o siete años, según los invitados a la boda.
Entre 300 y 400 personas acudieron a la celebración en el Corral de la Pacheca, donde disfrutaron de música, cantaores, comida y la presencia tanto de familiares ceutíes como de otros parientes venidos de la Costa del Sol, Algeciras o La Línea. “Hubo un momento en el que formamos una cola de 16 taxis para ir hasta el local del puerto”, comentó Sara Muñoz, madre del novio.
Antonio Román y Rafael Flores, padre y tío del novio, acudieron al hogar de los Santiago sobre las 21.00 horas del sábado pasado. Aunque el enlace fue acordado con antelación, la emoción se palpaba en el ambiente de este domicilio de la avenida de Madrid. Allí les espera José Santiago Rodríguez, el padre de Rocío, quien les dio permiso para entrar en su vivienda. “Venimos a esta bendita casa a pedir la mano de su linda hija”, dijeron los integrantes de la familia Román. El progenitor de la prometida asiente. “Como gitanos de vergüenza que somos, venimos según nuestras tradiciones”, continuó el padre del novio.
La expectación entre los presentes es absoluta. Neftalí permanece en la puerta de la casa de sus futuros suegros, no puede pasar hasta que le autoricen según dictan sus costumbres. Rocío se mantiene en una habitación, ajena a qué ocurre en el salón.
“Te doy la mano de mi niña”, responde finalmente Santiago mientras estrecha la mano a su consuegro y le ofrece su casa. Es en este punto del apalabramiento cuando Juana Rodríguez Cortés, madre de la novia, llama a su hija para preguntarle si acepta el matrimonio. “Dije que sí porque nos llevamos hablando desde hace tiempo”, explica Rocío después de la celebración que se prolongó hasta la noche del domingo y de la que aún quedaban rescoldos ayer.
El menú preparado para la ocasión estuvo compuesto por una selección de entremeses, que incluía breuas y pastelas además de los clásicos embutidos y langostinos, seguidos de dos barbacoas que estuvieron encendidas durante toda la madrugada. El padre de la novia se encargó de que no faltara bebida. Los parientes y amigos boquerones trajeron lomo en manteca y a las 6.00 de la mañana, la madre sirvió un potaje de berzas. Para desayunar, los participantes tomaron café con buñuelos. La celebración siguió durante el domingo en el Corral de la Pacheca.
“¿Quién se pide? ¿Quién se casa? ‘¡Lo más bonito de su casa!”, cantaron los presentes, quienes amenizaron la velada con el cajón, la guitarra y bulerías. Neftalí se rompió la camisa de la alegría de reunir a los suyos y por tener a su lado “a la más guapa de las gitanas”.
El primer contacto entre ambas familias tuvo lugar el pasado mes de diciembre, cuando se cercioraron de que no existen impedimentos para que la unión se consuma, señaló Muñoz, madre del prometido y propietaria de El Cartuchete. Sin embargo, la pareja está obligada por la tradición gitana a mantener la compostura hasta que se produce la pedida de mano, añadió. “A partir de este momento, está bien visto que nos cojamos de la mano por la calle y salgamos juntos”, indicó el novio.
En estos momentos, reconocen Rocío y Neftalí, se encuentran centrados en los preparativos de la boda, la cual está prevista para agosto de este año. “Quieren casarse lo antes posible porque los gitanos no suelen prolongar el noviazgo demasiado tiempo ya que solo pueden intimar una vez se hayan casado”, aclaró la madre del novio. La pareja se decanta por contraer matrimonio en Málaga. Sea donde sea, sus amigos y conocidos les transmitieron sus mejores deseos y mucha felicidad en el camino que comienzan juntos.
Prueba del pañuelo
“Es una honra para la familia que su hija llegue virgen”
Neftalí Román Muñoz aclaró que la prueba del pañuelo, ritual de la cultura gitana por el cual la juntaora determina si la mujer es virgen, se realiza en la denominada madrugá, la primera noche del banquete de boda. “Es una honra para la familia que su hija llegue virgen al matrimonio”, explicó el prometido. “Cuando se confirma que llega pura a la ceremonia, los gitanos nos partimos la camisa en señal de alegría”, añadió Román. Rocío Santiago, la novia, asegura que está preparada para la prueba del pañuelo porque es “buena gitana” y quiere cumplir con unas raíces que pasan de padres a hijos.
El amigo del padre que se convierte en su yerno
El prometido recuerda que, antes de convertirse en yerno de José Santiago, ya eran amigos. Neftalí y Rocío se conocieron en el Hospital Universitario. “Yo soy diabético y me encontraba en una camilla esperando cuando la vi y me enamoré”, recuerda el prometido. “Ella estaba allí con su madre porque tenía dolores de cabeza”, añade. Pronto coincidieron en un festival de la Tertulia Flamenca y se intercambiaron los números de teléfono, comenta Rocío.