La titular del
Juzgado de lo Penal número 1 de Ceuta dejó ayer visto para sentencia un juicio seguido por atentado en el que un joven se enfrenta a 3 años de prisión. Se trata de aclarar qué sucedió en la noche del 22 de abril, en pleno
estado de alarma y en el Recinto Sur, para que el acusado terminara engrilletado y en prisión preventiva después de que saliera de su vivienda para ir al velatorio de una mujer conocida, una persona muy querida que era como “una madre superiora para mí”, dijo.
A través de videoconferencia, negó haber atentado contra un agente de la
Policía Nacional que le paró en el camino. En su declaración manifestó que depositó sus pertenencias como se lo indicó el agente y “sin saber cómo” se vio ya en el “suelo tirado”. “Iba a un velatorio, no le hice nada”, insistió en su testifical ofrecida desde la prisión en donde cumple pena privativa de libertad desde los hechos. Negó a preguntas del Ministerio Fiscal haberse abalanzado o forcejear con los policías. “Es imposible”, insistió. “Solo les dije que iba a casa de una señora que se había muerto”, negando por tanto los insultos que constan en el relato de hechos completamente opuesto que dejaron plasmado los componentes del CNP que intervinieron.
Sí que el acusado reconoció haber gesticulado y hecho aspavientos con los brazos tras definirse como una persona muy nerviosa, pero en ningún momento reconoció haber asestado un manotazo al agente que lo detuvo. Tampoco pudo explicarse las lesiones que presentó este, atribuyéndolas a su propia caída. “Es imposible que haya agarrado al policía”, insistió.
Hasta cuatro efectivos de la Policía Nacional declararon físicamente en el acto de juicio oral celebrado ayer, ante las dificultades tecnológicas habidas para que lo hicieran por videoconferencia y que no son atribuibles al propio juzgado. El agente contra el que supuestamente se cometió el atentado declaró que en todo momento el detenido estaba nervioso y alterado. No quería ponerse la mascarilla invadiendo el espacio de seguridad de separación que debe existir, además de llevarse continuamente las manos a los bolsillos lo que le hizo temer que pudiera estar ocultando algún objeto peligroso para agredirle, siendo este el detonante de su intervención.
El policía declaró que el acusado se le abalanzó y que de hecho se lo “tuvo que quitar de encima”, cayendo los dos al suelo. Se le había parado en la calle porque a esa hora, doce y media de la noche, en pleno estado de alarma no podía estar fuera de su vivienda. Al negarse a identificarse fue cuando el policía salió del vehículo y se produjo toda la cadena de hechos narrada por los agentes intervinientes: insultos, negarse a mantener la distancia de seguridad y a colocarse la mascarilla... Tras la detención fue trasladado al médico en donde siguió con su actitud nerviosa y violenta, según los agentes. Todos los declarantes coincidieron en recalcar que estaba muy nervioso y que fue complicado engrilletarlo ya que daba patadas para evitarlo. De hecho se tuvo que pedir apoyo a unos compañeros.
Fiscalía solicitó una condena por delito de atentado de 3 años de prisión, haciendo alusión a la realidad social en la que nos encontramos en pleno estado de alarma. A tenor de las declaraciones escuchadas en el acto de juicio oral, consideró que el acusado había reaccionado de manera desproporcionada y en su defensa había ofrecido una declaración sin sentido. Consideró los hechos como atentado, no como delito de desobediencia, resistencia o una mera infracción administrativa.
Su Defensa pidió la absolución argumentando la falta de rigor en las declaraciones de los agentes para considerar la existencia de este delito, encuadrando los hechos, de haber una condena, en constitutivos de una sanción y no de pena de prisión como la que se solicita.