Khaddouj Bayessif llegó hace poco más de un año a Ceuta para pasar una temporada con una de sus hijas, recién enviudada. La marroquí, a sus 83 años, pensaba que la estancia se prolongaría tan solo unos días, en Tetuán la esperaban otros familiares, entre ellos una hija y una nieta, pero en España se declaró el estado de alarma por el coronavirus y enseguida se cerró la frontera sin que la mujer pudiera salir a tiempo.
Bayessif lleva desde entonces recluida en la ciudad autónoma. “Están agobiados, mentalmente no están bien”, admite Reda Mansouri Akdi, nieto de Bayessif e hijo de la viuda. La madre de Mansouri tiene que cuidar de su propia progenitora así como de un sobrina de 10 años que vive con ella y está escolarizada en Ceuta.
A Khaddouj Bayessif la operaron del corazón hace unos años en Rabat y le pusieron un marcapasos. Su situación ha empeorado mucho. “Como está tomando muchos medicamentos no puede andar; para salir a la calle van con silla de ruedas porque anda dos pasos y tiene que sentarse”, explica afligido el nieto, que trabaja y reside en Málaga.
La madre de Reda Mansouri, que obtuvo la nacionalidad española después de dos décadas trabajando en Ceuta, apenas tiene tiempo para ella porque a sus 50 años —y con la muerte de su marido, padrastro de Masouri, aún reciente— se hace cargo de las tareas de la casa y sus familiares, y no se comunica bien: “Es muy tímida y tiene mucha responsabilidad”. Además, la abuela no puede retirar su pensión, que se ingresa en un banco marroquí, desde hace un año. “No sabemos si ese dinero sigue ahí”, lamenta Mansouri.
El hombre asegura que lo que le preocupa es llevar a Bayessif a Marruecos, donde vive también una hermana de Reda Mansouri, para que pueda ir al médico y disfrutar de su hogar. “Tengo mucho miedo de que se ponga peor y de que llegue el día del fin de su vida y ella esté todavía sola en Ceuta, sin familia... Habría muchos problemas porque ella no es residente”, confiesa. “Menos mal que está con mi madre, pero es que tiene sus cosas allá; su paga, su casa, su tierra”, enumera el nieto de la señora.
Mansuri comparte que su situación es complicada: “No sé si tendremos que llevarla a un médico de allí [Ceuta] y hay que pagar, mi madre tampoco tiene dinero; yo tengo mucho gasto aquí y no puedo mantenerme a mí, mi mujer, mi madre, mi abuela...”.
“Están desesperadas y yo estoy aquí en Málaga que no puedo hacer nada. Mañana cojo las vacaciones de Semana Santa y no puedo ir a Ceuta”, lamenta el joven. Reda Mansouri, originario de Marruecos, se mudó a Ceuta de pequeño junto a su madre. En la ciudad autónoma cursó sus estudios sobre carpintería metálica y ahora trabaja en el sur de Andalucía.
El marroquí reconoce que hay muchos otros compatriotas que están pasando por lo mismo. Asegura que se puso en contacto con la embajada del país vecino, pero no halló respuesta y tanto él como su familia desconocían cómo proceder para que su abuela viajase de vuelta a su país. Ahora tratan de que Khaddouj Bayessif figure en las listas de la Delegación del Gobierno. A pesar de que su situación económica no es holgada, afirma que si logra que Bayessif sea incluida, hará lo posible por conseguir el dinero para trasladarla a su hogar.
Por el momento, quienes quieran regresar a Marruecos deben llamar a la Delegación del Gobierno para inscribirse en las listas de repatriación y salir por el corredor humanitario que ya se ha establecido en ocasiones anteriores. Se puede contactar con la oficina a través del número de teléfono 956 98 45 02 o del 956 98 45 28.
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