La barriada de Los Rosales está conmocionada tras saber que uno de sus vecinos ha sido el protagonista de un terrible episodio de violencia de género por el que ha terminado quitándose la vida. Las escaleras del portón 23 se tiñeron de sangre en un suceso que, lamentablemente, quedará en el recuerdo de todos los que allí habitan.
Y es que pasadas las 18.00 horas, la paz de esta barriada se rompió con el sonido de varios disparos. El número era una incógnita, desde uno hasta seis, distaban las versiones de los que pudieron escuchar la discusión entre la pareja que terminó en tragedia. “Tenían problemas, eso lo sabíamos, pero no nos imaginábamos que pasaría esto”, cuenta una de sus vecinas, quien permanecía en la calle, sin poder acceder a su vivienda, ya que el bloque estuvo resguardado durante todo el tiempo por la Policía Nacional hasta que la funeraria se llevó el cadáver de su vecino.
Un vecino estimado en el barrio, del que no se imaginaban que pudiera hacer algo como lo que hizo. “Si tú lo hubieras visto, es que no te lo crees, jamás me lo podría imaginar. Era muy buena persona”, agregaba otra mujer que relataba cómo justo, unas horas antes del suceso, se había cruzado con la mujer, sin la menor idea de que tras el saludo ocurriera lo que ocurrió.
A algunos les pilló apurando los últimos minutos de la siesta y se despertaron con los gritos de la fémina, que tras recibir los dos impactos de bala en las piernas salió corriendo pidiendo auxilio. El segundo disparo que algunos oyeron y con el que presuntamente se quitó la vida su vecino, para algunos sonó “como un golpe”, sin pensar que era una detonación.
Algunas vecinas permanecieron en sus casas, sin salir, a la espera de saber qué había ocurrido. Al abrir sus puertas y bajar por las escaleras fue cuando se percataron de que algo “muy fuerte” había pasado, pues vieron los escalones, a partir del primer piso, todos llenos de sangre. “Había mucha sangre, porque ella salió corriendo y creo que hasta se tuvo que hacer un torniquete”, se aventuraban a comentar junto al portal, que en unos minutos se llenó por casi un centenar de personas, la mayoría niños, curiosos, preguntando qué había pasado.
No obstante, lo que más conmocionó a los testigos fue cuando un agente de la Policía sacó de la vivienda al bebé de este matrimonio. “Parecía que le habían echado un cubo de sangre encima”, comentaba aún compungido uno de los habitantes del bloque. Narran cómo la mujer, al salir herida de la casa “sólo preguntaba si escuchaban al niño, si estaba bien”. El agente de Policía que lo sacó de la casa se lo dio a un vecina, comentan en el lugar, que lo tuvo que bañar y cambiarle de ropa, quedando al resguardo de las mujeres de la barriada.
Cuando la calma parecía asentarse, pese a lo dramático de la situación, el barrio enmudeció al ver llegar a la hermana del fallecido, que no podía ocultar su dolor y quien tuvo que ser asistida por algunas conocidas, ya que fruto de la noticia, apenas se podía tener en pie. Como ella, todos los hermanos del guardia civil, no se separaron del lugar, visiblemente afectados y pidiendo respeto a los medios de comunicación, así como comprensión por lo sucedido.
Una tarde que trastocó la paz que siempre suele reinar en esta barriada, de vecinos que se conocen y se saludan, aunque sin imaginar que tras la puerta del otro puedan suceder este tipo de situaciones que han derivado en una de las mayores tragedias que se pueden contar en Los Rosales.
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