Hace una semana sufrieron un robo de objetos por valor de más de 7.000 euros. Hoy, Rafael Grosso y los suyos no pueden hacer vida normal. Duermen intranquilos, con las persianas bajadas, y valoran poner rejas en sus ventanas, aunque no les agrada la idea de convertir su domicilio en una cárcel. Este viernes, el vecino afectado por el asalto ha dado más detalles del suceso a los medios de comunicación.
Todo sucedió en la noche del pasado viernes al sábado, cuando la familia salió a un cumpleaños con sus hijas. Después de la fiesta decidieron cenar fuera, y regresaron a su vivienda al filo de las 23.45 horas. Cuando llegaron se encontraron con que no podían acceder a casa: la cadena de la puerta estaba echada, las luces encendidas y la televisión puesta. La escena les sorprendió, con lo que al momento llamaron a la policía, que se personó al instante.
Los vecinos sospechan que estuvieron a punto de coincidir con los ladrones. Estiman que no se cruzaron con ellos por cinco minutos. La sospecha nace de que en el salón no se había apenas tocado nada: los cacos no tuvieron tiempo a operar en él. Sin embargo, en los cuartos y dormitorios del interior de la casa, todos los armarios estaban abiertos, con todos sus enseres en el suelo, y todos los cajones revueltos.
El robo supera los 7.000 euros en objetos: al menos un par de televisores, uno de ellos de hasta 40 pulgadas, una bicicleta de niña de cuatro años, tablets. Todo salió por la ventana. Los cacos entraron por uno de los vanos y salieron por el del dormitorio del afectado. Es el propio vecino quien ha medido la distancia desde los contrapesos de la grúa y los andamios hasta su vivienda.
Los vecinos estaban tranquilos porque confiaban en que estas obras contaban con seguridad. En conversación con la empresa que ejecuta esta obra, esta le confirmó que no es así: no hay seguridad ni por las noches ni los fines de semana, aunque los materiales de estos trabajos sí estarían bajo llave.
El matrimonio afectado, él, ingeniero industria; ella, abogada, ya ha comenzado a hacer sus propias pesquisas. La primera pregunta que se hacen es cómo es posible que una obra se ejecute instalando unos andamios a tan escasa distancia de donde se ubica el bloque. La respuesta desde la Ciudad Autónoma es que la obra cuenta con todos los permisos y licencias y que en la normativa al parecer no se prevería nada de esta índole.
Sin embargo, Grosso detalla que ya ha encontrado ejemplos de normativas en otros municipios españoles en los que sí hay prevención para estos casos y se impide que se instalen andamios a menos de tres metros de la fachada de viviendas contiguas. En el caso de Ceuta no ha sido así y las obras de este edificio continuarán al menos durante un año más. Los vecinos, hasta entonces, tendrán que seguir enrejando su fachada y durmiendo con las persianas bajadas.
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