Reduan Mohamed, vecino de Juan Carlos I, ha denunciado en nombre del resto de residentes la deplorable situación que se vive en la barriada, destacando el aislamiento generalizado que sienten respecto a la rehabilitación de la misma y otras condiciones.
Muestra una indignación inevitable, toda la barriada se siente “excluida de derechos”. Admite conocer la obligación o deber de conformar una comunidad de vecinos para poder ser beneficiarios de esta rehabilitación, pero en este caso se da con la pescadilla que se muerde la cola.
“Como ya saben desde el Ayuntamiento o Delegación del Gobierno, la mayoría de los que vivimos aquí no llegan a fin de mes, ni siquiera a mediados. Cobran el IMIS, ayudas por desempleo o tienen 4 o 5 hijos, ¿cómo van a pagar agua, luz y encima comunidad? Deben descartar cosas para poder subsistir”, relata.
Ya hubo una promesa sobre la mesa de “llevar a pleno la iniciativa de restaurar Juan Carlos I, pero se quedó en el aire”. “Han sido varios los políticos que han visitado la barriada, pero al final nada”.
Los vecinos exigen una igualdad respecto a todas las barriadas, haciendo referencia a la rehabilitación integral del Príncipe Felipe, por ejemplo, en comparación con el absoluto abandono de Juan Carlos I.
Conocida coloquialmente como la Pantera, esta barriada ha sufrido un auténtico deterioro, llegando a tener una imagen que no invita a terceros a visitarla por miedo.
El propio Mohamed denuncia una alta tasa de desempleo, una delincuencia brutal y falta de seguridad. “Nos han rotos los coches, nos los han quemado... Nuestros hijos están en peligro y además no tienen parque, campo de fútbol, ni nada”, reclama.
Mohamed está cansado de que solamente se recurra a los vecinos cuando se necesita ayuda en temporada de reclutamiento de votos.
La mayoría de las viviendas de los bloques siguen siendo de protección oficial. “Si no tienen ni para comer, ¿cómo van a pagar los recibos? Hay vecinos que pagan según sus ingresos y hay personas que ni siquiera pagan, por no decirte la mayoría”, asegura.
El estado de las fachadas está acarreando serios problemas a los vecinos, además de crear un ambiente hostil debido al achaque de responsabilidades de cada uno.
Muchos vecinos sufren filtraciones de agua, situación que se agrava en invierno con la lluvia. En palabras de Reduan Mohamed, “si tú estás en el once le filtras al diez, te tocan la puerta para obligarte a arreglar algo cuando no tienes ni para comer, siendo todo problema de la fachada”.
“Nosotros venimos ahora mismo a pintar mi piso y no me dejan, tiene que ser el mismo color que ellos quieran. Si nosotros tuviéramos ingresos, vale, lo hacemos los vecinos, aunque no haya comunidad; pero si somos precarios, desiguales, no nos dais trabajo y la mayoría de los jóvenes están tirados, ¿qué hacemos?, ¿nos ahorcamos?”, dice con una gran indignación.
La mayoría de vecinos no ha querido realizar la denuncia frente a cámara porque lo consideran una pérdida de tiempo. Han perdido la confianza y la esperanza en la Ciudad y hasta que no vean promesas hechas realidad, nada cambiará en Juan Carlos I.
“Estamos cansados y súper quemados ya”, afirma Mohamed.
Esta situación lleva a pensar si realmente los ciudadanos están amparados por nuestros gobernantes.
Estas familias no tienen apenas dinero para comer, mucho menos para colaborar con una comunidad de vecinos, viven pagando un piso de protección oficial según salario, pero si necesitan arreglar su fachada debe presentarse ante el Ayuntamiento como una comunidad de vecinos ante la cual no pueden responder, ¿hasta cuándo la opresión y el aislamiento social de los que menos recursos tienen?
Si echamos la vista a atrás, el deterioro de un barrio comienza en su imagen, en su tasa de desempleo y en un incremento de la delincuencia, pero si a estos factores se le suma el abandono del poder de la Ciudad, solo quedan ciudadanos desamparados viviendo en unas condiciones que nadie querría y que adoptan una actitud de desprecio hacia las autoridades que deberían velar por todos ellos.