Los vecinos de la Barriada del Recinto aseguran que hace al menos un mes que los servicios de limpieza no pasan por sus calles.
Pese al reciente aumento de las horas de trabajo incluido en el nuevo plan de servicios de TRACE, las calles del Recinto presentan algunas zonas más sucias con respecto a meses pasados, calles con desperdicios, cascotes de obra apilados y restos varios agolpados junto a los contenedores son los principales síntomas visibles.
Los habitantes de la zona piden que los trabajadores de la limpieza vuelvan a dedicarse a las calles del barrio como de costumbre, “Si es que da pena ver algunas calles, con los edificios tan bonitos que hay”, asegura una trabajadora de uno de los bajos de la barriada. Esta misma persona dice haberse mudado al Recinto hace apenas un mes y que, desde entonces, no ha visto ni un sólo día a nadie limpiando por las calles.
Las sinuosas calles del barrio impiden el acceso a la mayoría de las zonas con los camiones cisterna utilizados para eliminar la suciedad a golpe de manguerazo. Paradójicamente, son las callejuelas sin salida y las más estrechas las vías que se encuentran en mejor estado. En la mayoría de los casos se debe a que son los propios vecinos los que se preocupan de barrer y fregar los aledaños de sus casas.
Pese a que los vecinos también indican que, hace dos o tres semanas, los servicios de recogidas especiales sí han estando trabajando la zona, muchos indican que de poco sirve si se desatienden unos servicios que deberían ser diarios. El malestar se transforma en miedo cuando se incluye a los niños en la ecuación. Quienes tienen pequeños en casa temen que la merma de la limpieza incida en unas condiciones de vida menos higiénicas y pueda provocar algún tipo de perjuicio. Por las calles del recinto, los chavales pasan los días de verano jugando, muchas veces sin la supervisión de un adulto debido a la ausencia de tráfico y el ambiente familiar de una zona en la que todo el mundo se conoce.