La semana pasada, por primera vez en España (concretamente en La Rioja) un alumno con una asignatura de segundo de bachillerato suspendida pudo hacer su prueba de selectividad. Así lo establece la nueva Ley de Educación. Afortunadamente, aunque a base de pasos muy cortos y dubitativos, transitamos hacia la modernidad. Es un camino inseguro, trufado de incertidumbres y plagado de obstáculos; pero más necesario que nunca. Todos los procesos de evolución están ralentizados, frenados, e incluso abortados, por las fuerzas conservadoras que se resisten a entender que el mundo se mueve a una velocidad incomprensible para cada ser humano en su breve finitud. Una vanidad consustancial con el ser humano nos impide elegir la perspectiva adecuada para un análisis riguroso de los fenómenos sociales.
De un modo u otro, consciente o inconscientemente (casi) todas las personas encuentran en el tópico “cualquier tiempo pasado fue mejor” uno de los pilares de su mecanismo de razonamiento. Esto se percibe de manera muy notoria en el ámbito educativo. Hemos podido comprobar cómo durante las últimas décadas se hacía patente una fuerte corriente de pensamiento, de intensidad fluctuante, sumamente crítica con los cambios del sistema educativo. Son los nostálgicos de “la letra con sangre entra” que no pueden concebir la enseñanza sin una tarima (símbolo de la jerarquización autoritaria), unos libros de texto gruesos y densos, perfectos para una portentosa exhibición de memoria; y por supuesto unos exámenes y unas notas inflexibles que filtran sin piedad y distinguen a los esforzados de los vagos. Como hace un siglo, Para quienes así piensan, acceder a la universidad ¡con una asignatura suspensa! es poco menos que una herejía insoportable propiciada por pedagogos irresponsables que pretenden educar generaciones débiles y acomodadas que terminarán por llevar a la sociedad a un estado de generación irrecuperable. No “como antes”, que se llegaba a la universidad bien preparado.
"La nota concebida como sentencia. Que resume en un número todas las vicisitudes de una persona en relación con una ciencia. Esto, desde luego, es muy simple y, lógicamente, permite simplificarlo todo. La realidad es otra cosa muy diferente. El profesorado lo sabe. No en vano, convive casi nueve meses durante cada curso con sus alumnos y alumnas"
Más allá del evidente y prejuicioso anacronismo, en el fondo subyace una ignorancia supina sobre cómo funciona un centro y como trabaja el profesorado. La nueva Ley (tímidamente) ha dado carta de naturaleza administrativa a una práctica interiorizada y aplicada en todos los centros educativos desde tiempo inmemorial. Sucede con mucha frecuencia que principios que todos asumimos como axiomas no somos capaces de hacerlos efectivos. Uno elemental: “todas las personas somos diferentes, cada una es un mundo en sí misma”. Sin embargo, cuando hablamos de una persona como sujeto educativo, los uniformamos y cuadriculamos, todo ello a través de las “notas”. La nota concebida como sentencia. Que resume en un número todas las vicisitudes de una persona en relación con una ciencia. Esto, desde luego, es muy simple y, lógicamente, permite simplificarlo todo. La realidad es otra cosa muy diferente. El profesorado lo sabe. No en vano, convive casi nueve meses durante cada curso con sus alumnos y alumnas. Es un proceso complicado y agotador; pero ofrece una visión muy completa y acertada de las capacidades, inquietudes, posibilidades, sensaciones y vocaciones de cada cual. Este hecho justifica la evaluación continua como método más correcto para decidir sobre la consecución de objetivos. Y por ello, la sesión de evaluación es un instrumento tan importante. Allí, y previa deliberación entre todos los profesoras y profesores se “suben” notas, se “aprueba” a quién no llegó al cinco, pero lo merecía; se “aprueba” una asignatura que estaba suspensa (por poco) y que impediría el pase de curso a un “buen alumno”, y así, un sinfín de circunstancias que han permitido que miles y miles de alumnos hayan podido progresar a pesar de haber suspendido algunas materias. Nadie se entera nunca. El resultado final aparece en una cartilla; pero detrás de ello hay un proceso de reflexión riguroso y generoso que pretende impulsar a los jóvenes en una carrera siempre difícil. El profesorado sabe calibrar bien el valor de un “aprobado”. Ahora, eso que hemos hecho y seguiremos haciendo siempre, lo pone de alguna manera en la Ley. Ya era hora.
De todas maneras, a los incondicionales de la intransigencia les convendría hacer un breve análisis retrospectivo ahora que el tiempo nos ofrece una perspectiva más correcta. Hace treinta años que se aprobó la LOGSE. Fue un cambio muy importante en la vía de la modernización. Las críticas (de los mismos sectores conservadores) fueron, y siguen siendo, furibundas. La LOGSE “solo valdrá para degradar la educación y formar tontos”, decían. Han pasado treinta años, y todo el mundo reconoce que las actuales son las generaciones mejor formadas de la historia de España, y fueron educadas en el sistema LOGSE. Todos los funestos vaticinios han sido desmentidos por la realidad. Esta constatación debería servir de cura de humildad para los derrotistas profetas del inmovilismo.ditar sus competencias profesionales.
Pero eso será en Bilbao,aquí en Ceuta no promocionan con un suspenso,tienen q presentarte en para la recuperación y si aprueban se presentan a la segunda convocatoria de selectividad.
¡ Milagro, me doctorado en Historia! Uuf pero tengo suspendido matemáticas de la Eso y 1° de Bachillerato..
Independientemente de que nadie mejor que los profesores para evaluar los casos que cita, y que se traducen en un "aprobado por mérito", no un suspenso, debemos pensar que las calificaciones reflejan el rendimiento de los estudiantes. Como en otros muchos aspectos de la vida. La educación en el esfuerzo no debe perder vigencia. Acceder con suspenso NO, aprobar por evaluación de los equipos docentes, perfecto.
Por otra parte, considero aventurado decir que estamos ante las generaciones mejor formadas de nuestra Historia. Esto s cumple en una pequeña parte, los que aprovechan las posibilidades que el sistema y al tecnología ofrecen. La masa está peor formada que nunca en los últimos cincuenta años. Y los estudios comparativos con otras naciones lo reflejan,