El ser humano. Ese ser repleto de buenas intenciones.De bondad. Noble por naturaleza.
Haciendo siempre gala de solidaridad y de generosidad en todos los momentos posibles.
Que quiere lo mejor para sus semejantes. Que celebra y se alegra de los progresos de otras personas.
Que las felicita y las acompaña en sus momentos tristes.
El ser humano que siempre anda construyendo puentes entre iguales. Ayudándose.
Que no calumnia. Que no difama. Que no dice una cosa de frente y otra a las espaldas…
Supongo que si han leído hasta aquí estarán riéndose o pensando que se han alterado mis facultades mentales. Nuestras propias experiencias, nuestras decepciones y las de nuestros allegados han hecho que crezca la desconfianza. El recelo. El tener como máxima que el fin siempre justifica los medios. El todo vale. El egoísmo elevado a la máxima potencia. La falta de escrúpulos. El aumento de la maldad. Hobbes ya daba por básico el egoísmo en el comportamiento humano con independencia de que la pertenencia a una sociedad intente corregir ese comportamiento.
Es lamentable como hablamos, a veces incluso sin darnos cuenta, de la sociedad en la que vivimos como si no tuviésemos parte de responsabilidad de lo que es la misma.
Hablamos de la vida, del mundo, de nuestra ciudad, como de una selva. Y así es muchas veces por desgracia.
¿Cuándo nos hemos convertido en una sociedad en la que se ve con normalidad que unos pasen hambre mientras otros tiran comida? ¿Desde cuándo nos dan igual las catástrofes y tragedias de otros seres humanos? ¿Qué hacemos justificando a opresores y dictadores del mundo y machacando a quienes están oprimidos?
No doy crédito a quienes dicen estos días que nos llevemos a nuestras casas a quienes lo dejan todo detrás, absolutamente todo, para buscar algo mejor. A quienes dicen que bastantes problemas tenemos. A quienes les critican sin ningún atisbo de sensibilidad por huir de las guerras, del hambre, de las miserias…
Realmente el ser humano es increíble. Quienes hablan de “ellos” con tanta frialdad e insensibilidad ¿se imaginan lo que harían en una situación desesperada como la suya? Lo dudo. En este supuesto primer mundo muchas veces la gente se ahoga en un vaso de agua.
Como alguien dijo estos días, ellos han alcanzado su libertad, mejor morir por algo que vivir por nada…¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de jugarnos la vida a una carta?
Creo que al ser humano del siglo XXI le falta algo muy sencillo: humanidad.
Al final del todo cuando reflexionas contigo mismo te das cuenta que hemos llegado a ser iguales que los animales salvajes y que solo sobreviven los más fuertes.