Hace ya más de cuatro meses desde que tuvo lugar el incendio del Edificio Colores, que dejó a 42 familias fuera de sus casas e hizo temer por el colapso del inmueble ubicado en pleno centro de la ciudad.
Vencidos los temores más pesimistas, que ponían en cuestión que los daños sufridos por la estructura del bloque hubieran tenido repercusiones irreparables, la Comunidad de Propietarios sigue trabajando para devolver la manzana a su estado original, para lo que todavía quedan previsiblemente semanas o meses de trabajo.
Más allá de la fatalidad o de la causa que desencadenara el fuego, no identificada del todo en sus primeras pesquisas por la Policía Nacional más allá de descartar que fuese intencionado, la respuesta a la adversidad que han dado desde la colaboración, la sensibilidad y la unidad los más directamente perjudicados, varias empresas locales (como Gabitec, Anasal, Trinitas...), la aseguradora común (Mapfre) y la Ciudad Autónoma (desde su presidente hasta el último departamento implicado, sobre todo la Consejería de Fomento) es digna de elogio y de servir de lección para otros temas y conflictos.
El desastre de la tarde del 14 de julio y los tres días que tardaron los bomberos en dar por sofocado el incendio puso a la ciudad con el corazón en un puño y dio una nueva oportunidad a los ceutíes para demostrar su solidaridad. Con la resolución del problema más o menos encaminada, por largo que se haga el final sobre todo para los desalojados, es momento de seguir remando en la misma dirección para aprender de lo ocurrido, depurar las responsabilidades que sea preciso y volver a la normalidad cuanto antes.