PP o PSOE y democracia a la americana, demócratas y progresistas, socialdemócratas y derechacentrista descafeinada, eso es lo que avanza por mecanismos rimbombantes y de tinte populista publicitario, que ha calado en los ciudadanos a lo largo de estas sobrepasadas tres décadas de democracia formal indirecta, huidiza de la profunda y realmente participativa. Vamos, que este sistema, el mejor de los peores, no se merece un amejoramiento en las formas, en el fondo y en el débil sustrato o poso que nos ha de hacer entender el valor de la participación en la toma de decisiones, mas allá de las contiendas electorales, las promesas y “el no pasa nada si no cumplo”, como a los obreros con suerte empleados y empresarios, ¿os vale el símil comparativo?
El sistema de partidos y sus representantes y acceder a las contiendas electorales no ha de ser único camino. La ciudadanía, y más en un plano municipalista, puede estar representada a través de candidaturas “CIUDADANAS”, sin vinculación a siglas clásicas. Trabajo les cuesta a los mentores y vigilantes el “aparato organizativo”, reconocer que han de ser superados para gozo de todo bien nacido o entrar en una real fase de adaptación a los nuevos tiempos, nuevos métodos y mecanismos internos, superadores del centralismo democrático, la falsa democratitis que se siente incómoda con la riqueza de las corrientes de opinión interna, los reinos de taifas, barones y baronesas, dóciles oficialistas y estómagos agradecidos en contraposición a los “críticos” de mal augur.
Este discurso no gusta porque toca de pleno el fondo de la cuestión, pero por mucho que lo quieran disfrazar es tan meridianamente cierto como el Sol que calienta.
Melilla adolece de una base ciudadana articulada e independiente del poder político de turno, que ata, manipula, premia, subvenciona en función de docilidad y seguidismo, y así no hay libertad, estrechándose las cadenas. Defenestran a los molestos, incentivan a los descamisados oportunistas que se bajan al pilón del sátrapa de turno, vendiéndonos la moto a quien se la cree por desgracia de que son la pera, insustituibles, aspirando a consolidar un melicentrismo peligroso y por cortedad desvinculado de la globalidad, atomizante y que premia los valores individualistas por encima del sentido de colectividad.
No he sido un abstencionista ni lo seré. Iré al mercado y elegiré lo más acorde con valores e ideología en este cansino pragmatismo imperante. Pero de lo que uno no se puede abstraer es de darle “caña al mono humano”, engordar y silenciar el servilismo y el servirse, y me dirán porqué. Pues por puro güevo y genética, porque hemos salido así de revoltosillos y ¡viva Zapata!. He dicho Zapata, no confundamos a la respetable plebe.
Que en el día a día se pueden hacer muchas cosas, aparte de asegurarse honestamente la manduca, que se quema adrenalina y se puede disfrutar, saliendo mentalmente de los castillos de invierno, que te lo digo y expreso por experiencia descubriendo tus potencialidades anónimas buscando el cómplice nato. ¡Vale la pena seguir insistiendo, aunque no es fácil y menos cuanto te sales del pensamiento único!
Y surge la pregunta, ¿es posible una opción política que ilusione, regenerada, menos atávica y cupular e iluminada, santa verdad, en sus formas?. Con rotundidad que sí, pero hay que atarse los machos y ser valientes a partir de una autocrítica abierta y que reconozca “ que los cambios y transformaciones han sido protagonizadas por las masas implicadas, coautores de su devenir “aunque luego la historia oficialista se encargue de ponerle nombre y apellidos”. Y esto no me lo dijo Pérez, es de cosecha y patrimonio de los mal llamados utópicos.
Dicen que lo y medio corto a veces es suficiente para ilusionar, reflexionar o maldecir. Pues por hoy esta señal y gotas de identidad, sin pago o simplemente, realizarte.
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