Desembarca en Ceuta un vehículo antidisturbios de la UIP con el que ayer noche se hicieron pruebas de carga. Se baraja su utilización ante entradas de inmigrantes
En mayo del pasado año la Policía Nacional presentaba la llamada ‘tanqueta lanza agua’. Una nueva medida para ser usada por los agentes antidisturbios. Ayer, pasadas las siete de la tarde, desembarcaba en uno de los buques de Balearia, después de haber permanecido en Algeciras por si era necesario su uso en el conflicto de los estibadores. Ahora llega a Ceuta como proyecto piloto para ser empleada en la frontera, aunque todavía no se ha comunicado nada de manera oficial. El Faro ha tenido conocimiento de que se ha debatido su uso para la contención de la inmigración que llega por el perímetro, es decir, para frenar la entrada de inmigrantes a cañonazo de agua. Ayer, nada más ser desembarcada fue escoltada por vehículos de la Policía Nacional y por la noche trasladada al parque de Bomberos para hacer pruebas de carga de agua. Esta nueva tanqueta se encuentra operativa para ser usada por los agentes antidisturbios para evitar revueltas en una manifestación pero fue creada con serias dudas sobre las lesiones que puede provocar, de hecho tiene importantes detractores ya que incluso hay quienes consideran que pueden causar lesiones más importantes que las pelotas de goma, cuyo uso está prohibido desde el 6F. Tal y como en su día informó Interior, aunque se barajó un presupuesto cercano al medio millón de euros, finalmente costó casi la mitad. Tiene capacidad para ‘disparar’ 7.000 litros de agua, va equipado con una pala capaz de derribar barricadas y su chasis es completamente liso para evitar que nadie se agarre. Además cuenta con un sistema antipinchazos que permite a sus ruedas seguir rodando sin aire. El cañón está situado en la parte superior y se controla eléctricamente desde el interior mediante un panel de control y un sistema de joystick que regula la presión del agua, el modo de disparo (corto, largo o continuo) y la dirección del chorro. El cañón tiene una movilidad de giro horizontal de 180 grados y movimiento vertical de entre 45 y 90 grados. El pliego de condiciones sobre las características del vehículo al que ha tenido acceso Europa Press se pedía que tuviese una presión de entre 10 y 16 bares y un caudal de entre 1.000 y 4.000 litros, informó en su presentación Europa Press. El tanque de agua está construido en acero inoxidable y dispone de un depósito de entre 30 y 60 litros para añadir colorante al agua que va a impactar sobre los manifestantes. En el interior de la cabina hay una pantalla de televisión para supervisar la dirección del chorro y la tanqueta también va equipada con un circuito cerrado de grabación que cubre todo su perímetro. También tiene en su parte frontal una pala para retirar obstáculos o barricadas, protección antincendios, un sistema lanza destellos, megafonía y un kit de radioteléfono móvil. Las ruedas cuentan con un sistema antipinchazos que permiten el rodaje con el neumático sin aire. La cabina tiene capacidad para cuatro agentes de policía y los cristales de las lunas van oscurecidos en su totalidad y con una protección ‘antivandálica’ que consiste en una rejilla desmontable. Además la parte superior y los laterales son lisos para que nadie pueda escalar ni acceder al vehículo en una revuelta. En la tanqueta hay además dos armeros ubicados en el habitáculo delantero adecuados para la escopeta policial. Inicialmente la base de licitación era de 408.000 euros, que sumando el IVA ascendía a 493.680 euros, pero finalmente el vehículo ha sido adquirido por la Policía por 288.000 euros a la Unión Temporal de Empresas (UTE) constituida por Quatripole Ingeniería, S.L. con sede en Fuenlabrada (Madrid) y Beit Alpha Technologies, de Israel. Pese a todos estos equipamientos y el dinero invertido, los expertos policiales consultados vaticinan que apenas se usará este vehículo al ser muy poco funcional y especialmente lesivo contra los manifestantes. El propio Ministerio del Interior en una respuesta parlamentaria escrita a la que tuvo acceso admitió que la última vez que se usó fue en 1987 en Madrid y en Valencia en 1991, es decir, hace 20 años. Ahora llega a Ceuta sin que oficialmente se detalle su empleo, aunque fuentes de toda solvencia consultadas por este medio apuntan a que se ha trasladado a la Delegación la posibilidad de uso en la inmigración además de en la propia frontera.