Me dolía el corazón y salí a ver el día. Estaba buscando una solución a las cosas que tengo dentro. Me senté en la escalera de la playa del Chorrillo, y allí me vino la inspiración. Chispeaba y el agua iba resbalando por mi impermeable. Notaba como me empapaba los pantalones y fue cuando comprendí que el estar bien prevenido para ciertas cosas hace tener una coraza para ello. Sin embargo, para lo esencial no estamos preparados. Esto significa que en el mundo hay que ir bien adiestrado. Cualquier fallo debe de ser mermado y anotado. Nunca tropezar con la misma piedra.
A mí me costó un pequeño resfriado. Con los inconvenientes de la mucosidad y las décimas de fiebre. Una lucha desde mi interior por evitar males mayores. Era una piedra que había caído y yo no la vi. Para ello solo queda la experiencia. Y para ello las Canas valen mucho. Más sabe el diablo por viejo, que por ser el diablo.
Mi perro me mira, no me quita ojo. Ya se lo que quiere que le saque un ratito a la calle para olfatear, marcar y decir aquí he estado yo.
Por este motivo ya he encontrado ese apéndice perdido de mi existencia. Buscar algo con que ayudar a mis congéneres. Desde mi rincón del escritorio busco palabras para decir algo nuevo hoy. Algo que sirva para perdurar en el día a día. Algo para mejorar nuestra vida. Ser feliz y buscar ese objetivo. La piedra que hemos tropezado debe de servir de pilar para construir un mañana mejor. Un futuro con algo nuevo. Algo que pueda decir que fui yo el que maquine este presente lleno de olor a mi. Es difícil, pero no imposible buscar ese camino.
Un camino es para un caminante que intenta abrir camino y encontrar ese sendero que le lleve a andar y buscar una nueva ruta con que subsanar los inconvenientes de nuestra lucha por tener nuestros marcadores en orden.
Quién mueve las piernas mueve el corazón. Y además hace eliminar nuestro mal de hoy. Esos análisis tienen la culpa de buscar una vida sana. Y la dieta mediterránea busca la solución.