Una reyerta iniciada ayer entre dos inmigrantes del CETI: un súbdito de Paquistán y un subsahariano al que apodan ‘el general’, que está al frente del colectivo de francófonos terminó dando lugar a una tangana que provocó la intervención de la Policía Nacional.
Era la segunda de importancia que tenía lugar en menos de 48 horas, después de que el pasado domingo hubiera un amago de motín dentro del campamento al producirse enfrentamientos verbales entre los internos. Pero esta vez fue a más. La tensión alcanzada fue de tal calibre que hubo trabajadores que escaparon del campamento e inmigrantes que salieron fuera para no verse envueltos por la algarada. Y es que dentro, los ánimos estaban demasiado caldeados.
Cuando los agentes de la Policía Nacional intervinieron para abortar lo que era un enfrentamiento entre dos inmigrantes desconocían lo que podía suceder. Según testigos presenciales de los hechos, cuando ‘el general’ -perteneciente al grupo de los conflictivos- tenía las esposas colocadas, el resto de compañeros se echaron encima consiguiendo arrebatárselo a los policías. La Policía no reconoce este extremo y dicen que ellos mismos le quitaron las esposas después de meterlo en la Enfermería. Son versiones enfrentadas de un mismo hecho.
Las unidades del Cuerpo Nacional de Policía: UPR, UCRIF y patrullas del Cuerpo se personaron en el campamento, controlando la situación. Fuentes oficiales consultadas por este medio intentaban quitar hierro al asunto, indicando que tan sólo era una pelea más. Eso no es lo que piensan los trabajadores que protestaban, incluso, por la versión que están dando la Policía o la Delegación de lo que sucede en el campamento. “No cuentan lo que de verdad ocurre, que aquí ya no se puede estar”.
Un vigilante del campamento tuvo que salir del lugar escoltado por los agentes ya que los inmigrantes coreaban su nombre y le habían amenazado.
En otras situaciones una reyerta de este tipo no hubiera ido a más, pero en momentos como los que ahora se registran en el CETI la situación se descontrola. “La gente está nerviosa y existe un grupo conflictivo que provoca a diario a los compañeros, a los trabajadores, a todos. Ahora es lo que pasa, que cualquier roce pasa a mayores”, indicaba un agente del Cuerpo. En estos momentos el CETI acoge a 480 internos. Buena parte de ellos son subsaharianos que han llegado en balsas en los últimos meses. De hecho desde mayo a septiembre se han registrado más de 300 entradas por esta vía marítima. El campamento según fuentes oficiales se encuentra al máximo de su capacidad, quedando pocas plazas para que esté cubierto al cien por cien.
La detención de un inmigrante alteró los ánimos y los policías tuvieron que hacer uso de material antidisturbio
El ambiente en el centro del Jaral fue tenso durante toda la jornada de ayer. Cuando parecía que la tranquilidad había vuelto a estas instalaciones, los incidentes volvieron al anochecer.
La detención de un inmigrante, marido de una residente embarazada, alteró los ánimos de sus compañeros y obligó a los policías a hacer uso de material antidisturbio.
La Policía Nacional puso en marcha una ‘operación jaula’ desde la Hípica hasta el centro del Jaral con el objetivo de controlar la zona.
Estos incidentes volvieron cuando todos los trabajadores creían que la normalidad había vuelto al centro del Jaral.
Debido a la jornada intensa de ayer, cuando los incidentes volvieron por la noche, los trabajadores del CETI dicen no estar tranquilos en estas instalaciones y temen que estas algaradas se repitan con más frecuencia.
Hasta el lugar de los hechos se trasladó un equipo de ‘El Faro’, que pudo presenciar el ambiente que se vivía en el interior de estas instalaciones, donde se escuchaba ruido, lo que indicaba que en el interior se estaba llevando a cabo una operación.
Estos mismos trabajadores han manifestado en declaraciones a este medio que es el mismo grupo el que está detrás de todas las algaradas y que “provoca todos los días” a sus compañeros con el objetivo de organizar un auténtico motín en el centro del Jaral.