Una nueva llamada a la suerte

El 22 de diciembre de 2012, a las 10:07, Antonio Fernández Prieto no se encontraba en Ceuta. Estaba en Coín (Málaga), donde el equipo que aún preside, la Sociedad Unión África Ceutí, debía disputar un partido.

Ese día, y a esa hora, las manos de los niños del Colegio San Ildefonso Ismael Rastrelli y Sherley Fonseca recogían de un bombo el número 76.058 y, del otro, la ansiada bola con la leyenda 4.000.000 inscrita. Era el Gordo de Navidad, a la postre el primero que visitaba Ceuta en la historia bicentenaria del sorteo. No lo sabía aún, pero el establecimiento que regentaba desde hace décadas, la Librería Cervantes, había validado unos días antes tres décimos del primer premio y repartía, por tanto, la friolera de 1,2 millones de euros, 400.000 euros por  cada boleto.
Una vuelta completa de calendario después, Antonio continuaba ayer, como cada día, al frente de su establecimiento del Paseo del Revellín, junto a la máquina que fue la gran artífice del milagro. Su administración no vende décimos clásicos, sólo electrónicos, y ahí el azar fue el que hizo gran parte del trabajo. “Aquí se sellaron los tres décimos. La persona que vino a comprarlos dijo que le gustaría que acabara en 8. Y así fue. La máquina dio el número y el que salió fue el que luego sería el Gordo”, recuerda. Sobre el artilugio que se convertiría en el auténtico filón aquel día luce ahora un diploma, perfectamente enmarcado, con el que Loterías y Apuestas del Estado reconoce a Librería Cervantes el honor de ser uno de los establecimientos autorizados que entregó el Gordo de 2012. “Fue una gran alegría, todo un orgullo”, destaca.
De aquella jornada rememora la ya mencionada ausencia de la ciudad, pero también los momentos de confusión. “Hubo un error informático en Madrid y al principio dijeron que había caído en Ceuta pero en otra administración [en la situada en la Avenida de África], pero luego se corrigió y nos comunicaron que lo habíamos repartido nosotros”, añade. Fue entonces cuando le alertaron por el móvil de la noticia, una llamada que se multiplicaría en las horas siguientes y que incluiría incluso la de Juan Vivas. “Me llamó el presidente para felicitarme. Estábamos todos muy contentos”, recuerda echando la vista atrás.
¿Qué ha ocurrido en el último año que ha trascurrido desde aquel 22 de diciembre de 2012? Antonio reconoce que desde esa jornada “el décimo electrónico tiene muchísimos más seguidores, porque antes la gente era reacia, no se fiaba y les gustaba más el clásico de toda la vida, pero desde que tocó nos han visitado cada vez más para comprarlo directamente en la máquina. A nosotros nos ha venido muy bien”, reconoce.
Antonio confía en que hoy la fortuna vuelva a visitarles y en que tenga la oportunidad, como hace un año, de que por las puertas de la Librería Cervantes entre de nuevo algún nuevo millonario a agradecerle que le haya solucionado la vida. “Ojalá demos otro”, aseguraba ayer. De hacerlo se uniría al Gordo de 2012 y a los 4,3 millones que también repartió en un boleto de la Bono Loto. Haya suerte.

1,2 millones de euros para tres amigos

José Ríos, José Antonio Román y Francisco Copín fueron los nombres más buscados en Ceuta hace un año. En la cartera de cada uno estaban a punto de caer 400.000 euros, el premio al décimo del Gordo de Navidad. El primero de ellos, conocido empresario y ex presidente de la Cámara de Comercio, fue quien validó los tres boletos en la Librería Cervantes porque, turnándose uno cada año, en esta ocasión le tocaba a él. ¿Por qué el 8? “Nací un 8 de octubre de 1938 y recuerdo una grave intervención el 8 de julio de 1988, de modo que tantos ochos repetidos en mi vida me hicieron un año decantarme por ese número y desde entonces le he sido fiel”, recordaba por entonces. La elección no pudo ser más acertada. Fue él mismo quien, tras conocer la noticia, telefoneó a Román y Copín, que en esos momentos andaban ofuscados porque el cierre de la frontera tras una avalancha de subsaharianos les había impedido jugar al golf en Marruecos. El enfado les duró poco ese día.