Durante estos días estamos nuevamente hablando de las Reglas de Origen. Un instrumento que en su día se pensó que podía haber sido la panacea para el establecimiento de un régimen industrial en nuestra ciudad y que ciertamente se quedó en buenas intenciones y poco más por distintas barreras e interpretaciones extrañas que se pusieron tanto de las instituciones comunitarias como de las propias nacionales. Ahora, con la apertura de un expediente por parte de la Agencia Tributaria a las empresas afectadas por las reglas de origen solicitándoles unos derechos arancelarios de tres años atrás, se ha puesto encima de la mesa la necesidad de negociar con Bruselas una nuevas herramienta que permita, mientras se decide o no la entrada de nuestra ciudad en la Unión Aduanera, unas reglas del juego bien claritas que permitan esas exportaciones sin ningún tipo de sobresalto. A ello se ha comprometido la Ciudad Autónoma y lo que se necesita es un apoyo claro y taxativo por parte de todas las instituciones, partidos políticos, organizaciones empresariales y sindicatos.