Tres ciudadanos españoles residentes en Francia, uno de ellos con vínculos familiares en Ceuta, cuentan en
El Faro cómo vivieron la noche del viernes en la que París se vio sacudida por la locura del terrorismo islamista,
el primer atentado de kamikazes en suelo galo.
Ariadna Gil, una psicóloga de 43 años cuyos orígenes familiares están en Granada, no conoció hasta la mañana siguiente lo ocurrido en la noche del viernes en París. Trabaja en un centro de enseñanza en el que una gran parte de los alumnos es de fe musulmana. Eric Cañada, de 39 años, tiene familiares en Ceuta y al otro lado de la frontera y es jefe del departamento comercial de una compañía internacional alemana. Estaba trabajando en su oficina y se enteró de lo que estaba ocurriendo en la capital francesa a través de un mensaje de ‘whatsapp’ de su primo, que es policía en Jerez. Teresa Granados tiene 30 años y trabaja como traductora en una localidad a seis kilómetros al Este de París desde que hace 5 años, cuando abandonó Granada gracias a una beca. Reside cerca del supermercado donde en enero se produjo el tiroteo posterior al atentado contra la revista Charlie Hebdo. Un amigo le telefoneó en la noche del viernes. “Me llamó diciéndome: Por favor, dime que estás en tu casa”, recuerda Granados. Así tuvo la primera noticia del atentado. Lo siguiente que hizo fue telefonear a su familia a España para tranquilizar a sus padres. Casi a la misma hora estaba también telefoneando Eric Cañada para hacer lo mismo, aunque su domilicio está muy alejado de París. Vive en el Sureste de Francia, entre Burdeos y Toulouse. Puso inmediatamente la televisión para ver qué había ocurrido. Sintonizó la cadena que estaba retransmitiendo el partido entre Francia y Alemania. Le habían dicho que allí se había producido el primer atentado. “Fue sorprendente el contraste entre todas las cadenas de noticias francesas informando de la alerta y, en frente, una primera cadena francesa que estaba retransmitiendo el partido como si no hubiese ocurrido nada”, recuerda Eric Cañada.
Luego, además de la información que iba recibiendo de los medios de comunicación, tuvo datos de primera mano a través de mensajes y llamadas de compañeros que trabajan en París y antiguos amigos del liceo de Tánger. “Tenía un amigo cerca del estadio. Otro cerca la sala de fiestas del concierto”, explica. De hecho, una de las personas heridas en los atentados es una conocida suya. “Es una compañera de mi mujer. Creo que tiene dos heridas de bala en la pierna izquierda. Mandó un mensaje a la una y media de la madrugada diciendo que lo que estaba ocurriendo era horrible”, recuerda.
También Ariadna Gil recibió un mensaje de un amigo en el que le preguntaba si estaba bien. Pero no lo leyó hasta la mañana siguiente. El viernes se fue a la cama sobre las diez de la noche sin saber lo que estaba a punto de ocurrir en la capital gala, a 15 kilómetros de su domicilio. “Mi amigo me preguntaba si estaba en París y si estaba bien”, recuerda Ariadna Gil. Al despertarse, en su móvil había un montón de mensajes, entre ellos, los de sus compañeros en el centro de enseñanza anunciando que se tenían que reunir el lunes sin falta. Tras el anterior atentado contra la revista Charlie Hebdo, citaron a todos los alumnos para hablar sobre lo que pensaban y sentían. “Había algunos que tenían mucho miedo. A otros les daba igual. Otros que se lo tomaban como una gracia. Y había otros, al contrario, que decían que eso estaba muy bien. Hubo de todo”, recuerda Ariadna Gil.
En la noche del viernes el sentimiento generalizado entre los franceses era de preocupación. Eric Cañada afirma que “había mucha inquietud, por un lado. Nervios, por otro. La gente estaba asustada, preocupada. Pero creo también que mucha gente no se había dado cuenta de lo que estaba pasando. Se declaró el estado de emergencia y la gente no le ha dado demasiada importancia. Una situación como la que está viviendo actualmente Francia sólo se ha vivido durante la guerra de Argelia o después de la Segunda Guerra Mundial”.
Teresa Granados explica que la información sobre lo ocurrido en París fue llegando a los hogares franceses poco a poco, “yo diría que teníamos menos información aquí que en España. A mí me llegaba información a través de mi familia y de mis amigos”. Fue una noche tensa en la que estuvo pendiente del móvil, del ordenador, de la televisión… en la que se mezclaban los datos reales con los rumores falsos sobre tiroteos en diversas zonas de París. “Tenías que ir tranquilizando a todo el mundo porque todos pensaban que te podía haber tocado a ti. Recibí miles de llamadas y mensajes”, explica Teresa Granados.
Al día siguiente de los atentados, por la mañana las calles de los núcleos urbanos cercanos a París permanecía casi desiertos. Ariadna Gil explicaba ayer a El Faro que había “muy poca gente por la calle. Casi todo el mundo se ha quedado en casa. Lo que nos pide el Gobierno es que no salgamos de nuestras casas. Es un ambiente muy triste. Eso sí, por email y por teléfono está todo el mundo mandando mensajes para decir que está bien. Hay signos de duelo, las tiendas han cerrado. Hay tristeza, solidaridad. La gente mira de manera distinta”.
Teresa Granados sí salió ayer de su casa. Fue a hacer unas compras y la gente hablaba de los atentados en las cajas registradoras. “Sí he notado muchos comentarios racistas. Francia, a pesar de su lema de igualdad, libertad y fraternidad, lo considero un país muy racista. Creo que esto va a hacer que el racismo suba muchísimo más”.
Diferente a Charlie Hebdo
Eric Cañada piensa que el atentado del viernes no tiene nada que ver con el cometido contra la revista Charlie Hebdo. “No tiene absolutamente nada que ver. Primero porque no se ha atacado a las autoridades francesas sino a los ciudadanos. Y segundo, que atentados kamikazes en Francia, es la primera vez que se producen”. De hecho, la psicóloga Ariadna Gil duda de que tras los sucesos del viernes haya una manifestación masiva como la que se produjo tras el atentado contra la revista. “La gente está muy asustada. Hay mucho más miedo que la vez anterior. Son kamikazes los que han atacado. Aquí lo que dicen es que estamos en guerra”. De la misma opinión es Eric Cañada: “La gente no se da cuenta de lo que está pasando. A veces he comentado con mis compañeros: ¿Pero es que no os dais cuenta de que vuestro país está en guerra desde hace un par de años? Mucha gente me dice: ¿Pero guerra contra quién? Estáis en guerra en Centroáfrica, en Malí, en Siria, en Iraq… Aquí está la gente como si nada”.
Ningún ceutí de vacaciones en París
En estas fechas no es habitual que los ciudadanos disfruten de días de vacaciones, pero sí que se pueden dar casos en los que los ceutíes prefieren huir de las aglomeraciones veraniegas y disfrutar de un merecido descanso en temporada baja. Afortunadamente, ningún ceutí ha optado en estos días viajar hasta la capital gala, París, después de que El Faro haya consultado a varias agencias de viajes de la ciudad. Sin embargo, algunos ciudadanos sí habían planificado viajar a tierras galas próximamente. En una de estas agencias ceutíes informaron a este diario que ayer uno de sus clientes les había telefoneado para cancelar inmediatamente el viaje a París que tenía previsto realizar la próxima semana. Dado que se trata de una causa de fuerza mayor en la agencia creen que no habrá problema para cancelar los billetes. Desde la agencia, recuerdan que en 2011 cuando se sucedieron los atentados del 11-S sí había ceutíes que estaban de vacaciones en la ciudad norteamericana, pero ahora en el caso de París no.
Miles de rumores que hacen difícil saber cuál es la información contrastada
“En las televisiones francesas son bastante amarillistas. Están enseñando muchas fotos de aceras con sangre... Se están concentrando en los hechos, en intentar aclarar qué pasó ayer. Hubo tantos rumores, tantas historias, que había habido mil bombas, mil tiroteos. No se sabía qué estaba claro. Yo, de hecho, todavía no tengo claro lo que era verdad y mentira.
(Sobre el vídeo en la web de Le Monde) No lo he visto. He visto el titular sobre cómo sale la gente (de la sala de fiestas), pero no he querido verlo porque no me apetece. Ya vi ayer (viernes) las caras de la gente en el estadio de fútbol y se me descompuso el cuerpo”.
Sin noticias sobre el atentado el sábado
“Me enteré por la mañana. Vi un mensaje de un amigo que me preguntaba si estaba en París y si estaba bien. Entonces, digo: ‘¿Y por qué me pregunta esto?’. Luego vi mensajes de profesores que decían: ‘Nos tenemos que reunir de urgencia’
Por la noche estuvimos viendo una película. Nos acostamos, estuvimos leyendo un poco y nos acostamos. No nos enteramos de lo ocurrido hasta despertar por la mañana”.
La sorprendente retransmisión del partido mientras ocurrían los atentados
“Estaba encerrado trabajando en mi oficina. Recibí un ‘whatsapp’ de mi primo preguntándome si tenía alguna información de lo que estaba ocurriendo en Francia. Lo primero que hice fue poner la primera cadena francesa para ver el partido, porque, por lo visto lo primero que pasó fueron los dos bombazos que pegaron los kamikazes cerca del estadio de Saint Denis durante el encuentro entre Francia y Alemania. Puse la primera cadena para ver si efectivamente había algo. Y eso sí que fue sorprendente. El contraste entre las noticias de todas las cadenas de noticias francesas, donde había alertas por todos los lados. Y en frente, una primera cadena francesa que estaba retransmitiendo el partido como si no hubiese ocurrido nada. Nadie estaba, por lo visto, al corriente, a parte del presidente Hollande, que lo evacuaron al segundo bombazo”.
“Que no se aprovechen los racistas para fomentar más odio”
Las autoridades policiales eran plenamente conscientes del riesgo de un atentado como el del viernes. “He estado trabajando en un aeropuerto durante unos meses”, explica la traductora Teresa Granados, “y siempre había gente vestida de militares, armados hasta los dientes. Si te paseas por el centro del París, por las zonas turísticas, te vas a cruzar con bastantes militares. Si pasas por delante de un colegio o de la vivienda de un dirigente judío o de una personalidad importante, vas a encontrar militares. Eso te lo encuentras todos los días. Todo el mundo sabía que algo gordo podía pasar. De hecho, yo me lo esperaba”. En cambio, la psicóloga Ariadna Gil cree que aunque la población era consciente del riesgo, siempre se tiende a pensar que si ocurre algo, le pasará a los demás.
Teresa Granados también destaca la gran presencia de efectivos militares y policiales desplegados en Francia desde los atentados de Charlie Hebdo. “El transporte público en París, que ya de por sí es bastante caótico, desde enero es un infierno. Cada vez que alguien se dejaba una… Voy a exagerar... una lata de Coca-Cola o un periódico tirado en el Metro, se temía que fuera una bomba. Había que parar el Metro, evacuar la zona… Como es un medio de transporte en el que viaja tantísima gente, un retraso de sólo un cuarto de hora es un caos enorme. Ahora va a ser mucho peor”. En su opinión, la población concibió el atentado de la revista como una acción terrorista contra los periodistas y la población judía. Ahora, en cambio, ha sido un acto indiscriminado, en el que las víctimas han sido ciudadanos al azar.
“Los mulsumes son víctimas”
Las reacciones frente a los franceses o inmigrantes de fe musulmana están siendo muy distintas, asegura Ariadna Gil. “Hay una mayoría que piensa que los musulmanes también son víctimas y que tenemos que ser todos solidarios. Luego también pasa lo contrario, que la gente que es un poco racista, ahora se vuelve extremadamente racista”, explica.
En opinión de Eric Cañada, la reacción frente a la comunidad musulmana es lo más delicado tras el atentado. “Por ahora nadie se permite hablar de eso debido a la gravedad de lo que ha ocurrido, salvo un par de comentarios que ha habido”, afirma y recuerda que el 95% de las víctimas del Estado Islámico son musulmanes.
Ariadna Gil cree que existe “un miedo bastante grande” entre la población. “En el atentado de Charlie Hebdo había odio hacia la revista por las caricaturas. Pero a la gente que han atacado este viernes estaban en un restaurante, en una fiesta, comiendo… O sea, que le puede pasar a cualquiera en cualquier momento”.
Cómo psicóloga no se atreve a señalar el modo de afrontar la situación, “estoy demasiado dentro” para dar consejos. “Quizás no exagerar las cosas y tratar de clamar a la gente. Que no se aprovechen los racistas para fomentar más odio…
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