Juan Carlos Pérez invirtió la mañana de ayer en repartir octavillas por el centro de la ciudad, desde la Plaza de África hasta la de Azcárate. No era publicidad, como pensaron algunos peatones a los que se acercó.
Era un breve resumen, esquemático, de un pasaje de su vida, la etapa que abarca desde el diagnóstico de la leucemia que le fue detectada con sólo 14 años hasta su curación definitiva. A ese final feliz contribuyó de forma decisiva la Fundación Josep Carreras, a la que agradece que hoy pueda hablar de la enfermedad utilizando el pretérito y a la que más de una década después continúa vinculado como voluntario. Su misión ayer era recaudar fondos para que la investigación en ese campo médico no se detenga.
Una de las dos caras de la octavillas distribuidas ayer narraba la historia personal de Juan Carlos, al que la leucemia asaltó en plena adolescencia. “Me tuve que trasladar a Cádiz. En ese momento no se contempló la posibilidad de un trasplante porque aún estaba en edad temprana y los médicos confiaban en la curación. Además, conllevaba riesgos”, recuerda. Sin embargo, tras la quimioterapia y un periodo de recuperación, cuatro años después llegó una recaída que obligó a retomar la idea de la intervención. Fue entonces cuando entró en escena la Fundación Josep Carreras, impulsada por el tenor catalán y la gran referencia en España de los bancos de donación de médula ósea y cordón umbilical. “Gracias a ellos encontré un donante compatible de cordón y me trasplantaron en Córdoba. Pasé el periodo de riesgo y hoy, casi ocho años después, puedo decir que ya estoy curado”, celebra recordando aquellas fechas.
El reverso del papel que portaba en las manos hablaba de esperanza. Juan Carlos colabora desde hace años con la Fundación, inmersa este mes en la captación de fondos para que el Instituto de Investigación contra la Leucemia de la entidad pueda hacerse con un separador celular de última generación valorado en 38.500 euros. Es lo que han bautizado como una pieza más de “la máquina mágica” aún por descubrir, pero que confían pueda aportar algún día la solución definitiva a la leucemia y al resto de enfermedades sanguíneas. El nombre lo acuñó un niño, también enfermo, que preguntó un día a la Fundación si existía un artilugio capaz de sanar a todos los que sufrían su dolencia. El objetivo quedó ya bautizado.
Juan Carlos se encargó ayer de explicar a todo el que encontraba en su camino que conseguirlo es posible aunando solidaridad. Es tan fácil como enviar un SMS con la palabra NOLEUCEMIA al número 28027. Muchos de los transeúntes con los que se topó lo hicieron en el acto, algunos incluso con su propia ayuda o la de sus familiares. A todos trató de concienciarles de que “en tiempos de crisis, en lo primero que se recorta es en investigación, en cosas que parecen muy lejanas pero que no lo son”.
Juan Carlos es el vivo ejemplo de que la investigación da sus frutos y de que se puede doblegar a la leucemia. A sus 27 años, dice que ha logrado “tener una vida normal: estudiar, trabajar, ser padre...”, pero advierte de que “hay que seguir luchando por esta causa”.