Una lucha contra el tiempo

Todas las mañanas, aunque esté cerrada al público, hay trasiego en el interior de la Catedral. Esta vez no son fieles que acuden a servicios extraordinarios, sino profesionales del Plan de Empleo que aplican sus recién adquiridos conocimientos sobre restauración.


María del Carme, Concepción Haro  Quero, Luisa María Rodríguez Baro, Saida Mustafa Mohamed, Maira García Carrillo, y Rosa Alaminos Escalante son las seis auxiliares de restauración que trabajan coordinadas por el restaurador y licenciado en Bellas Artes Jesús Pérez Rivera. Ahora mismo se encuentran alisando tres lienzos, una vez se les ha aplicado una capa de papel con coleta italiana, un adhesivo tradicional.  
“Se trata de tres escenas: la primera es la de las bodas de Caná, la segunda, la de la recogida del maná, y la tercera, la de la Santa Cena. Es del siglo XVIII, aunque no hemos logrado encontrar una firma, así que imaginamos que será anónimo”, explica Pérez Rivera. Aun así, es posible que cuando se limpie la capa de barniz oxidado y se proceda a recuperar las policromías, aparezca alguna marca que descubran al autor. Por el aspecto del cuadro, este restaurador piensa que se trata “no de un primera fila del momento, pero sí de una obra con cierto valor artístico y, sobre todo, histórico y de patrimonio”.
La máxima en una actuación de este tipo es el respeto al original. “Se deben realizar las mínimas intervenciones para garantizar su supervivencia; se debe devolver su lectura original, respetando las pátinas, es decir, el paso del tiempo sobre las obras, y por último, utilizar materiales reversibles, que se puedan retirar en el momento que sea preciso, y diferentes de la obra original”, explica Jesús Pérez Rivera. “Antes era frecuente que hubiera restauradores que, directamente, se imaginaran y se inventaran lo que faltaba”, añade.
El tríptico, explica, llegó muy dañado, por el efecto del tiempo combinado con la humedad. Muchas partes de los cuadros están, literalmente, negras. Esta restauración precede, además, a la próxima fase del plan director de la Catedral, incluido en el Plan Nacional de Catedrales; en los próximos meses se comenzará a restaurar la cubierta.  Lo que sí está claro es, tras haber retirado los cuadros de la pared, todo el daño que han tenido que sufrir, a la vista de las marcas de humedad.
Para garantizar una mejor conservación de los lienzos, se les cambiará el bastidor. “Ahora estarán sobre uno móvil, y que tiene un sistema de cuñas que permite tensar el lienzo si es necesario”. En cuanto al plazo, el Plan de Empleo acaba en junio, cuando, en principio, debe estar restaurado el cuadro, si bien es cierto que hay otros lienzos que también se encuentran en mal estado. El tratamiento, además, será preventivo, puesto que el barniz que se aplique al final del proceso será fungicida (contra los hongos).
Por lo menos,  esta vez se ha podido actuar antes de que algo peor sucediera. Por ejemplo, el grupo de restauración de este mismo plan de empleo que trabajó el año pasado se dedicó a restaurar el conjunto escultórico del Descendimiento, que se rompió tras hundirse su altar en la catedral. En octubre terminó ya la restauración de estas piezas, que se alargó por su complejo proceso.

Primeros pasos
Lo primero que se hizo fue un diagnóstico y examen organoléptico de los deterioros: el veredicto fue “un mal estado”. Después, la extracción de las esporas de los hongos que cubrían parcialmente la capa pictórica y el reverso de los lienzos. Tras eso, se retiró el lienzo del bastidor y se empapeló para proteger y fijar la capa pictórica. El siguiente paso fue alisar la tela del soporte,  (en lo que se encuentran ahora), y la forración de tejido sintético para reforzarlo
A partir de ahora
Una vez el lienzo esté reforzado, podrá ser montado en un bastidor móvil nuevo. Tras ello, se procederá a los últimos retoques. Se retirará la capa de papel que se terminó de poner ayer y se limpiará de manera mecánica y química la capa pictórica, para limpiar el barnizado. Tras ello, se comenzará a intervenir en las partes que faltan. Con un estuco se recuperarán volúmenes y capas pictóricas perdidas aplicándoles una pigmentación reversible, al igual que será el barniz final que se use.

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