Como si de ajedrez se tratara, los políticos mueven sus posiciones con intereses espurios que nada tienen que ver con el bien común. Ahora soy alcalde, ahora soy senador, ahora consejero; todo por los ciudadanos. Sí, claro.
La dimisión de Griñán de los ERE y su posterior aforamiento en el Senado es toda una jugada maestra para dilatar el proceso judicial, buscar el cambio de juzgado, y el sueldo perpetuo a costa de la política, a ver si, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid cambian las tornas.
Recurrir al manido discurso de compromisos familiares, cuando no abandona ni el cargo de presidente del PSOE, ni el de secretario general del PSOE-A, y además el Senado le obligará estar más días fuera de casa; se muestra como una mentira más.
Insistir en que con su marcha se evita el desgaste de la Junta de Andalucía muestra dos asuntos importantes: su egocentrismo político al confundir toda la Junta con él mismo; y otro, el reconocimiento implícito de su implicación en el proceso judicial de los ERE fraudulentos. Sin olvidar que la trama de los ERE no sólo es Griñán, sino todo un entramado de la propia Junta de Andalucía en la que la Consejería de Hacienda (Griñán, Magdalena Álvarez) alimentaba de fondos sin medida a la Consejería de Empleo que era quien pagaba los fraudulentos ERE.
Apelar a una renovación ética y generacional es una incongruencia cuando la única dimisión es la suya – a la fuerza ahorcan–, y siguen los mismos desde hace 35 años: Guerra, Chávez, Griñán, Zarrías, Caballos... Y la sucesión en 10 minutos en el cargo no pasará a los anales de la democracia como ejemplo de participación democrática.
“Andaluces, levantaos”, dice el magnánimo himno andaluz de una Junta de Andalucía que va a ser presidida por una persona que jamás ha trabajado. Porque la política, lo que se dice trabajo, no lo es, por muchas horas que se le eche. Con la enorme cantidad de andaluces que destacan por su honestidad, su honradez, su capacidad de trabajo, su lucha impoluta por una Andalucía mejor, y resulta que tanto la Ministra de Trabajo ( o del paro) y la futura presidente del Cortijo, son dos mujeres andaluzas que jamás han trabajado. Olé ahí, diría un andaluz. Aunque esto es una característica nada estética que también acompaña, en cierto grado, a nuestra ciudad.
En el mismo movimiento Griñán se ha mirado al ombligo intentando salvar su pellejo, garantizándose un estupendo salario y el aforamiento del senado; sin importarle un bledo como queda el destino de 8 millones de andaluces que, para horror de sus designios, van a seguir siendo gobernados por la casta política cortijera que no ha dado un palo al agua en la vida.