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“Una ciudad sin árboles y plantas sería como un auténtico cementerio”

Sencillo, trabajador, inconformista y un auténtico apasionado de su profesión son algunas de las palabras que adornan la trayectoria de un ceutí que ha sabido ganarse su porvenir a base de constancia, sacrificio y perseverancia.
José Luis de Miguel lleva doce años ejerciendo como jefe de jardines del Parque Marítimo del Mediterráneo, un recinto al que accedió hace catorce años después de apostar por la jardinería como modo de subsistir.
Sin embargo, su vida no ha sido ningún camino de rosas como puede pensar alguno. Abrió una tienda de confección infantil junto a su mujer, luego entró a trabajar en Contenur, pasó por la Autoridad Portuaria y finalmente le abrieron las puertas del parque diseñado por el artista canario César Manrique.
En este recorrido siempre se ha mostrado inquieto a la hora de ampliar sus conocimientos, lo que le ha convertido en uno de los mejores jardineros locales, avalado por sus conocimientos adquiridos con la experiencia al pié del cañón.
Una entrevista con este ceutí, que incluso de emociona cuando echa la vista atrás, supone hablar con una persona apasionada de las plantas y los jardines, a los que dedica muchas horas al día.

–¿Es verdad que antes de ser jardinero pruebas fortuna en otros sectores?
–Sí, una parte de mi vida la he dedicado al comercio ya que empecé en Galo para ganarme algún dinero y luego estuve con mi suegro en Confecciones Irene en un momento donde buscaba mi independencia.
–Y al final acabas montando tu propio negocio ¿no es así?
–Efectivamente, decidí con mi mujer abrir la tienda Garabatos dedicada a la confección infantil y después, en el año 1995, cambié el negocio destinando a caramelos y sus derivados, aunque veía que era un mundo con un corto recorrido para sobrevivir.
–¿Qué haces entonces?
–Hablé con un amigo y entré en Contenur porque me propuse salir del negocio de la tienda pero no por sacrificio ya que soy luchador y constante sino porque pensaba que era mejor estudiar otras opciones, por lo que traspasé la tienda sin deberle un duro a nadie. Estuve un año en Contenur y allí me preparé para unas plazas de oficial de jardines del Ayuntamiento, pero no tuve la suerte de aprobar.
–¿Por qué la jardinería?
–Porque siempre me ha gustado, motivo por el cual me acerqué a personas que me podían ayudar como Antonio Gómez, que es de los jardineros más antiguos de Ceuta, quien me dijo que nunca fuera un jardinerillo de suelo o tierra sino de libro, lo cual me ha funcionado bien porque he sido un autodidacta.
–¿Quién te ayudó más en estos inicios?
–Era un mundo nuevo y necesitaba la ayuda de los profesionales, por lo que también entablé conversaciones con Domingo Cubel, que es el jefe de jardines del Ayuntamiento, quien me dejó practicar en un chalé particular. Luego estuve con Manolo, que es jardinero del hospital militar, e Isidoro, que estaba en el Hotel La Muralla, es decir, cogí lo mejor de cada uno y tuve buenos maestros.
–¿Qué te enseñaron estas cuatro personas?
–Uno a manejar muy bien el recorte o el manejo de la tijera, otro a manejar la tierra, otro a cortar palmeras y otro me enseñó la sensibilidad con las plantas porque hay que tener claro que trabajas con seres vivos.
–¿Supuso una decepción no aprobar para el Ayuntamiento?
–Sí porque me había preparado bien pero la suerte me volvió la espalda. En esos momentos tenía 38 años y fue un duro golpe pero me apoyé en mi familia para seguir apostando por ser jardinero.
–¿Cómo encaras ese golpe moral que supuso el suspenso?
–Estuve nueve meses en el paro y aproveché esta época mala para formarme a través de hacer cursos de jardinería, de poda y mantenimiento de árboles urbanos, de metodología didáctica y de viverista forestal, es decir, me preparé mucho porque siempre me siento insatisfecho aún sabiendo lo que sé.
–¿Cuándo vuelves a entrar en acción con la jardinería a nivel de trabajo?
–Estuve un año en el puerto como oficial de jardines con Corsán y hice el primer ajardinamiento de la Autoridad Portuaria en el Muelle Cañonero Dato. Este trabajo fue un buen escaparate ya que me empleé a fondo, hicimos isletas con palmeras, las jardineras de la mediana y también el mantenimiento.
–Y de ahí al Parque Marítimo...
–Sí, hacía falta un oficial en el recinto y un empleado de mantenimiento que vio mi forma de trabajar se lo comentó al entonces director del parque, Pepe Diestro, quien me ofreció la posibilidad de entrar y acepté.
–¿Qué supuso este cambio?
–Un vuelco total en mi vida porque siempre me han valorado y me encontré con un paraíso. Hasta entonces había entrado una sola vez al parque, concretamente para participar en un karaoke, por lo que trabajar en este recinto ha sido lo más maravilloso de mi vida a nivel profesional.
–¿Cómo fueron esos inicios?
–Éramos cuatro personas en el área de jardines y se había un trabajo totalmente diferente ya que verdaderamente entré en contacto con la naturaleza, es decir, con un auténtico ecosistema.
–¿Qué es lo que más te impresionó?
–Las dimensiones del parque ya que parecía que no íbamos a ser capaces de mantenerlo todo porque lo difícil es conservar las especies. Hay que tener en cuenta que la mayoría de las plantas llevan dieciséis años en el recinto y el noventa por ciento son las primeras que se han ido manteniendo con el paso de los años.
–¿Has advertido una evolución positiva de las plantas?
–Sí, hay más de doscientas especies y más de doscientas palmeras, además de que podemos decir que tenemos especies de casi todas las partes del mundo.
–¿Qué representa el parque a nivel de naturaleza?
–Sinceramente, podemos hablar de un jardín botánico que es conocido en el mundo ya que muchos alucinan por la belleza y el buen mantenimiento, todo ello gracias a que hay un buen equipo de mantenimiento y jardines que nos compenetramos muy bien a la hora de la organización de todo el trabajo.
–¿Tan difícil es la labor de conservación?
–Sí porque la planta, por naturaleza, es invasora y debes limitar su expansión, lo cual requiere un trabajo laborioso y de mucha constancia.
–¿Es imprescindible el compañerismo en este trabajo?
–Sí, en el parque somos como una familia, no hay ningún problema y cuando uno no puede hacer algo no faltan manos para ayudar. Siempre he agradecido el apoyo que he tenido y la verdad es que echamos de menos a Luis Salinas porque ha sido un grandísimo jefe y un gran amigo que siempre ha estado cuando se ha necesitado.
–¿Ayuda el clima de Ceuta a esta labor de mantenimiento?
–En parte sí pero hay que tener en cuenta que al estar muy cerca del mar las sales dañan la zona y la planta en sí porque acumulan las sales y es perjudicial, motivo por el cual debes aplicar productos para corregir la salinidad o refrescarlas. A nivel general, el clima favorece aunque influyen mucho los levantes porque la planta con los vientos se deshidratan.
–¿En qué medida afectan las plagas?
–La principal es el picudo rojo que es la que más daño hace en esta ciudad y que afecta mucho a las palmeras. Aquí se ha controlado bien gracias a una serie de medidas oportunas para evitar su entrada.
–Al margen del parque ¿está bien dotada nuestra ciudad de plantas y jardines?
–Estamos muy bien dotados de plantadas y bien atendidos, sobre todo porque al presidente Juan Jesús Vivas le gusta mucho y está muy pendiente de la estética de la ciudad. Hay que tener en cuenta que las plantas juegan un papel muy importante porque dan mucha vida a Ceuta. Una ciudad sin árboles o jardines sería un cementerio porque un árbol tiene muchas funciones, entre ellas aislarnos del ruido, nos dan sombra y nos purifican el ambiente, es decir, todo es estética y salud.
–Modestamente, ¿qué consejo darías?
–Que tengan en cuenta que tratan con seres vivos que sienten. Además, agradezco mucho a los clientes del parque que te digan que todo está muy bonito porque eso te enorgullece.
–Para terminar ¿algún agradecimiento en especial?
–No quisiera olvidarme de los compañeros de Parques y Jardines, porque siempre nos han apoyado, así como al Parque Móvil, desde el jefe al último camionero, porque siempre colaboran, lo cual se agradece. Asimismo, los bomberos también nos prestan su apoyo y es de agradecer. También valoro que cuenten conmigo para impartir cursos porque ayuda a despertar sensibilidad hacia las plantas.

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