Una barriada en la que reina la Ley del Silencio

Decía Confucio que el silencio es el único amigo que jamás traiciona y cuando se trata de no poner en peligro la propia vida de uno o la de sus seres queridos, son muchos los vecinos de Príncipe Alfonso que apuestan por aliarse con él y mantener la boca cerrada para no dar lugar a que entren moscas.
Nadie habla, todos se conocen entre sí aunque también es verdad que “en los últimos tiempos hay mucho desconocido y existen pisos patera en los que viven inmigrantes de forma ilegal que tratan de regularizar sus papeles y que se buscan la vida como pueden”. Y esos alquileres que pagan los ilegales para algunos son los únicos ingresos que entran en sus casas. Con unas cifras de desempleo que aseguran que son las más altas de la Unión Europea, unos datos de fracaso escolar escalofriantes, un chabolismo que forma parte de la estructura urbanística de un núcleo poblacional con una densidad muy elevada y un nido de drogadicción que se entremezcla en un tejido social complicado de penetrar, Príncipe Alfonso vive en la actualidad una situación muy delicada en la que muchos aportan soluciones pero aportar no es suficiente.
Los últimos tiroteos, que van más encaminados a ajustes de cuentas que nada tienen que ver con las mafias que dominaban el terreno hace un tiempo, están protagonizados  por un grupo de jóvenes que la Asociación Vecinal ha querido ya poner sobre la palestra, acusándoles de sembrar el pánico en un vecindario que quiere vivir en paz. Hay quienes se atreven a decir que si volvieran los cabezas visibles de las mafias de entonces nada de esto sucedería porque habría una autoridad clara. La que ellos imponen. “Porque la autoridad policial no existe, partamos de esa base ya que no nos sentimos protegidos”, dice Mustafa. “¿Aquí quién manda?, ¿alguien lo sabe? que un delegado de Gobierno nos pida colaborar significa que no conoce realmente la coyuntura del barrio, nos está condenando a muerte”. Y ahí radica el mayor de los problemas para muchos. “Los que colaboran con ellos son estos chavales y es un pez que se muerde la cola que tiene muy difícil solución porque son intereses y corruptelas y que al final, como ha pasado, reciben tiros personas inocentes”. Todos saben quienes son, incluso la autoridad “que son los que deben actuar, no nosotros, para poder detenerlos”.
Y cuando en el Polifuncional arriaron las banderas de Ceuta, España y la Unión Europea, algunos vecinos de los que se congregaban en el lugar, pensaron en voz baja lo que la mayoría asevera: “Ninguna de esas banderas me representa porque estoy bajo la bandera de la sumisión, de la falta de libertad y de la de no recibir además ayuda por ningún lado porque si me queman el coche lo primero que me preguntan es que si tengo relación con alguna mafia. Encima de víctima, me insultan”, dice Nora.
Mientras algunos apuntan a la seguridad como la mejor opción, otros son partidarios de que además de medidas represivas se trabaje desde diversos frentes. Los vecinos apostaron por ello hace tiempo pero lamentan la pasividad de las autoridades y dicen que “parece que no quieren que pertenezcamos a Ceuta”.

Las claves

MIEDO
Ahora todos pueden ser víctimas de robos o tiros
Antes no ocurría. De un tiempo a esta parte los vecinos tratan de no dejar las casas solas porque son muchos los que llegan y se las encuentran desvalijadas. Los niños no pueden jugar en la calle a partir de ciertas horas e incluso algunos padres evitan que salgan de sus casas a cualquier hora.
ARMAS
Hay lugares que esconden auténticos arsenales
Dicen que hay tantas armas escondidas en Príncipe Alfonso que si todos los que tuvieran  una la empuñaran y bajaran al centro de la ciudad a pegar tiros podría ocurrir una verdadera tragedia. “Entonces puede que tomen conciencia del problema que existe realmente”.
RACISMO
Una palabra que nadie quiere pronunciar
El último estudio publicado en Ceuta sobre multiculturalidad puntualizaba que en barriadas como Príncipe Alfonso la población cristiana se había ido retirando paulatinamente.El estudio aseguraba que los cristianos mantienen un fuerte rechazo a lo islámico a pesar de que las circunstancias les obligan a aceptar esta realidad y la situación les resultará soportable mientras su estatus socioeconómico de grupo dominante se mantenga. Príncipe Alfonso es una barriada deprimida y sus vecinos sienten rechazo.

Drogas, armas y una identidad

Algunos niños juegan con tiza rayada que envuelven en papel albal, otros no duermen por las noches por miedo a los tiroteos, el tráfico de drogas es para muchos algo normal ya que es lo único con lo que pueden dar de comer a sus hijos, algunos padres están ausentes apesadumbrados por el desempleo y los problemas. La marginalidad crece aún más con un entorno urbanístico que no constribuye a establecer un orden que permita el control y termine con un chabolismo que implica en un alto porcentaje que esos ciudadanos que viven entre chapas no se sientan socialmente integrados. Y en todo ese caldo se cultivan unos jóvenes que han encontrado un grupo donde se sienten, al menos entre ellos, identificados. “Saben con quién meterse y con quién no, pero consumen drogas y eso añadido al manejo de armas hacen un cóctel explosivo que es lo que provoca el miedo en el vecindario”, dice Fatima. Los cuerpos de seguridad son acusados de acudir “tarde y a destiempo” y ellos lamentan la complejidad de una barriada que les recibe con pedradas y tiros en muchas de sus intervenciones. “Pero todos saben quienes son y por qué no se termina con ello”, dicen resignados muchos vecinos. La Policía reconoce a algunos de los que quieren ser cabezas de la nueva delincuencia, basada en robo de vehículos, atracos violentos, tráfico de drogas... Entre ellos se enfrentan, y ha habido casos de heridos de bala y de apuñalamientos. Son pocos los que acuden a curarse al Hospital porque tienen antecedentes y saben que se les detendrá. Prefieren vivir ocultos, escondidos en su fortín a sabiendas de que la Policía no subirá a por ellos en un territorio en el que dominan con la amenaza.
NOTA: Los nombres de las personas que aparecen en el reportaje son ficticios.

¿Y qué tiene que ver el Islamismo radical con esto?

Todos coinciden en que nada y sienten verdadera indignación si alguien trata de relacionarlo. Recuerdan operaciones como la Duna en las que “quedó demostrado el juego de intereses políticos y policiales que hubo y que hicieron mucho daño a familias de la barriada que se sintieron ultrajadas”. Muy por detrás, algunos vecinos, se atreven a expresar lo que sienten algunas personas que deciden acercarse a alguna de las corrientes del Islam consideradas como más radicales. “Si no existe apoyo por parte de quien debe dártelo y en lugar de tratar de ayudar a la supuesta víctima lo que se hace es criminalizarla, esta persona se cobija en un lugar donde se siente seguro, resguardado y respetado y que además le da alguna esperanza de futuro, aunque sea la de estar en el Paraíso”. Tarek explica que “muchas personas no comprenden el verdadero significado del Islam pero encuentran en esas interpretaciones radicales al menos un apoyo espiritual cuando no tienen nada que les ayude por otro lado”. Y lamentan que realmente “somos todos y ellos concretamente, los que luchan contra esto, los que realmente lo están fomentando”.