Feliz día madre. Feliz día Patrona. Como niña ceutí, orgullosa de ser caballa, quiero darte las gracias. Gracias por ayudarme a ver lo que no debo aprender de los y las personas mayores. De los adultos. He aprendido a que no debo juzgar por ti. A que no debo decidir por ti lo que es apropiado o no apropiado.
Jesús, tu hijo, perdonó a Judas después de que éste le hubiera traicionado y dudado de su misericordia. Perdonó a Pedro, cuando había renegado de él, su maestro. Perdonó a María Magdalena, quien se dejó alucinar por el mundo y se hizo una pública pecadora. Los adultos que dicen que te representan, han decidido por ti y han decidido por tu hijo que mi baile no es apropiado para bailarlo hoy, tu día, mi día, el día de Ceuta, el día de todos los caballas. Madre, yo sé que siempre has estado conmigo cuando he ensayado mi baile.
Yo sé que me viste cuando actúe en mi baile de fin de curso. Yo sé que estabas allí, conmigo, como siempre estás.
Yo sé que incluso has estado disfrutando de mi alegría y de mi ilusión los días que he ido a ensayar con mis compañeras para poder bailar ante ti, hoy, tu día. Así que soy feliz, madre. Estoy feliz y te doy las gracias.
Solo te pido que ayudes un poco a esas personas que piensan y actúan MALAMENTE de verdad. Y si tienes que perdonarlas, sé qué tanto tú como tu hijo ya les habéis perdonado. Ellos y ellas no tienen culpa de actuar, a veces, MALAMENTE. No tienen culpa de decidir por ti. De enjuiciar por ti. De equivocarse. Ellos y ellas no han querido que disfrutemos juntas hoy, pero no van a poder evitar que disfrutemos siempre juntas.
Te quiero madre. Cuídame y cuida de mis compañeras y de mi seño.