Desde que el señor Gutenberg empezó a experimentar con una prensa no se podía llegar a imaginar la que iba a liar en el mundo de la comunicación de ideas. He de confesar que en la actualidad, como mucha más gente, soy un adicto más a los denominados diarios digitales. Pues eso, te enganchas a la red de redes y a informarte por un tubo. Está bien claro que la misma noticia puede ser de una forma, o todo lo contrario, dependiendo de donde la leas.
Algo que me llena de curiosidad son las publicaciones que permiten que el lector inserte comentarios al pie de los artículos, y que en muchos casos sigo en temas candentes. Algunas decidieron eso de “comentarios nada, aquí no publica nada más que mi menda”. Pasando por algunas que los comentarios son un buen pulso sobre lo que piensa la gente de algunos temas. Aunque reconozco que debe ser muy complicado ser moderadores bien moderados, y no convertirse en meros censores. Hasta llegar a las del tipo “tor mundo e gueno pa opina”, y que pueden leerse autenticas burradas; dándole leña al código penal, civil y hachazos al mismísimo diccionario. Es curioso que en algunos casos los comentarios son casi tan largos como el propio artículo.
En otras, los improvisados comentaristas se enzarzan dándose estopa unos a otros.
Unos pocos creyendo ser investidos por la impunidad del anonimato, como si este instrumento se hubiera creado para ellos protegiéndoles como si fuera un traje de tela de condón a medida, se dedican a atacar la honradez de otros con falsedades. Aunque a veces son verdades tan ciertas, conocidas y evidentes como el cuento ese en el que el niño gritaba: ¡el rey está desnudo! Y aunque la realidad es que está más desnudo que el día en que su madre lo parió, tiene fuerza y asesores legales para intentar fulminar al comentarista, al medio que lo publica y al mismísimo rey Salomón que se le pusiera delante.
Y continuando en tono bíblico: los caminos de internet no son inescrutables. Así que como no saben hacerlo de otra manera, pues eso, a poner al tajo a los cuerpos policiales y judiciales, que seguramente andarán sobrados de tiempo y faltos de trabajo. Lo más probable, si dan con el artista de las letras que ha escrito sobre el presunto ultrajado, es que no viva en Kuala Lumpur, sino en tu mismo pueblo o que incluso se siente enfrente tuya.
Pues eso, si es publicado en un medio digital, con toda certeza, sea bueno o malo el artículo, si nadie te escribe ningún comentario, te quedas con la sensación y pensando que no te lee ni Dios.
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