17 horas en la valla. Todo un récord para un joven subsahariano que mantuvo en alerta a la Guardia Civil durante toda la mañana en la línea perimetral que rodea la zona de Sidi Brain. El joven llegó en torno a las 5.00 horas junto a otro compatriota hasta el perímetro. Aprovechando la oscuridad, consiguieron saltar la primera de las vallas y correr hacia la segunda, quedando encaramados en sus hileras de concertinas. Pasaban las horas y la pareja aguantaba a más de 6 metros de altura, hasta que uno de ellos optó por bajar después de que la Guardia Civil le tendiera una escalera. Una unidad de Cruz Roja comprobó su estado de salud y al estar en buenas condiciones se le aplicó el protocolo, siendo entregado a Marruecos.
Su compañero optó por permanecer encaramado. Y así pasaban horas y horas y seguía sin moverse del lugar ante la mirada atónita de las patrullas de la Benemérita que iban cumpliendo sus relevos mientras este joven no se movía del lugar. Saludaba a las cámaras de El Faro, también a los guardias civiles y se mantenía firme en su idea de no bajar porque no quería que se le entregara al país de donde había escapado.
Al fondo las cabras y sus cabreros, monte y más monte, agentes marroquíes, las mezquitas que llaman al rezo... y el protagonista de esta historia encaramado, viendo cómo todo un pequeño mundo de seguridad giraba a su alrededor.
Daban las ocho de la tarde y el cansancio empezaba a vencer las ganas de permanencia de este protagonista. Pidió a la Guardia Civil la presencia de Cruz Roja, la misma entidad que había venido horas antes. Casi a las once, tras comprobar el estado en que se encontraba, se decidió su traslado al Hospital Universitario aplicando el protocolo en vigor. Terminaba así una de las historias migratorias más largas, con un protagonista que peleó encaramado, aferrándose a las concertinas que desangran porque confiaba en que en esta ocasión le dieran la vida.
Ahora tras su reconocimiento se procederá a su traslado al CETI, en donde podrá ser acogido con los demás compatriotas. Su entrada se produce después de una noche en la que volvió a haber presión en el vallado, en el lado de Benzú, lo que forzó a que las fuerzas marroquíes tuvieran que desplegarse pasadas las doce de la noche para contener un grupo reducido de subsaharianos que quería llegar hasta el espigón. Marruecos ha detenido a casi 300 personas en este lado tras los intentos de entrada consecutivos.