Es una arteria de la ciudad tranquila, un enclave no acostumbrado a soportar robos. Pero los trabajadores de un negocio del céntrico y ostentoso Paseo del Revellín, se encontraron ayer, por la mañana, con una sorpresa muy desagradable: alguién había accedido a sus dependencias para cometer un robo. Según ha podido averiguar este periódico, el ladrón –o los ladrones–, mediante el sistema de robo por butrón, merodeó por el interior y se hizo con una cantidad económica cuyo montante aún se desconoce aunque desechó la posibilidad de proceder a un desvalijamiento informático, ya que no se llevó ninguno de los ordenadores. Es precisamente este hecho el que lleva a sospechar a que el ladrón actuara a título personal y no dirigido por una banda organizada.
La Policía deberá investigar no sólo la autoría del delito sino la fecha y hora en que se efectuó, circunstancias que no están claras puesto que el robo pudiera haberse cometido cualquiera de los días de Fiestas Patronales, jornadas señaladas para las que buena parte de los negocios de la zona cierran limitándose la actividad al mínimo, como es el caso del local afectado.
Un vecino de la calle comenta, tras enterarse “a primera hora, a eso de las ocho de la mañana” del suceso, “que probablemente el robo se haya cometido en la madrugada del domingo, con la Feria una vez terminada, por el hecho de que durante la semana de fiestas la Policía ha patrullado la zona con muchísimos efectivos realizando una labor eficaz”.
Asimismo, el vecino argumenta su teoría: “Paseé el perro hasta las doce y media de la noche y luego, sin poder alcanzar el sueño, estuve viendo una película y desde el balcón no escuché nada pero comprobé asomado cómo no había absolutamente nadie por la calle, muy al contrario que en Feria, y esta razón facilita el trabajo a los ladrones”.
Idéntica sospecha mantiene Quique, propietario de la cafetería Queen, quien considera que “los ladrones no suelen actuar entre el tumulto y menos en Feria donde hay movimiento a casi todas horas”.
Quique, por desgracia para él, sabe mucho de robos en el Paseo del Revellín, ya que “prácticamente los últimos robos que se han cometido, los he sufrido yo”, indica con pesar. No obstante, Quique considera el paseo como “tranquilo ya que aquella época de robos se remonta a cinco años atrás”, aunque si bien es cierto que se ensañaron con su local “al robarme en un mes, cuatro veces”.
¿Pero quién ha podido perturbar la paz de esta calle? Nadie lo sabe. No obstante, tanto Quique como el propietario de una joyería cercana y los propios vecinos –cuatro consultas–, se muestran molesto con un nuevo negocio abierto en las inmediaciones del lugar donde se ha producio el robo, por la razón de que, según todas estas voces, “el propietario ha llenado de reclamos, sin consultar con vecinos, la fachada del inmueble, colocando carteles incluso por las escaleras hasta llegar directamente a su negocio”.
Nada tendría sentido sino fuera por que el negocio se dedica a la compra de oro, “lugares que pueden incitar a los ladrones ya que son espacios donde hay dinero, joyas, artículos de valor, algo que todo el mundo lo sabe, más aún cuando se coloca un reclamo gigantesco en plena fachada, unas letras amarillas en horizontal y de fácilisima visión para el transeúnte”, indican vecinos y propietarios. Tal es el descontento con dicho cartel, que, tras una reunión improvisada a primera hora de la mañana, después de difundirse entre los miembros de la comunidad el robo en el local vecino, los inquilinos del inmueble afectado decidieron desalojar de la fachada el cartel de la discordia, “colocado sin consular a la comunidad”, insisten los vecinos.
En cualquier caso, los motivos que llevaron a los ladrones a atracar de manera violenta el local, parece lo último que deben esclarecer unas Fuerzas de Seguridad que ya manejan varias vías de investigación.