Aduanas, dependiente de la Agencia Tributaria, devuelve ya la mercancía a quienes presenten la documentación correspondiente y sin poner sanciones. Los decomisos de la Guardia Civil constituyen el principal motivo de protesta y temor por parte de las personas que cruzan la frontera del Tarajal con productos. Desde que la Delegación del Gobierno intensificara los controles de las mercancías por el acceso a Marruecos, se ha incautado una elevada cantidad de bienes y enseres que se encuentran depositados en las dependencias de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) en la ciudad, de la cual depende Aduanas.
Juan Bravo, delegado de la Agencia Tributaria en Ceuta, garantiza que la mercancía requisada en el paso fronterizo –cualquiera que sea su sector– se devuelve a su propietario siempre y cuando éste acredite con la documentación correspondiente que efectuó la adquisición ajustándose a la legislación vigente en materia tributaria y aduanera.
El punto de información se encuentra en las dependencias de la AEAT en avenida Cañonero Dato, donde comunican a los compradores qué trámites deben realizar y derivarán a los compradores al lugar de recogida de los bienes confiscados. Bravo aclaró que el decomiso no lleva aparejada sanción económica alguna, otra de las preocupaciones de los peatones que perdieron, de forma temporal, sus pertenencias.
Este organismo público distingue dos sistemas, en función de dos circunstancias, por las que se retornan las bolsas o paquetes a sus dueños. La primera está regulada por el régimen de viajeros, el cual comprende bienes y enseres de consumo personal y familiar. En estos casos, como pueden ser trabajadores transfronterizos, marroquíes y españoles, la Agencia Tributaria solicita a quien pide la devolución de las compras la factura expedida por el establecimiento que hizo la venta y el acta del Instituto Armado para comprobar que realmente es titular de la mercancía.
Un número muy elevado de los bultos retenidos en la frontera del Tarajal en el régimen de viajeros –alrededor del 90 por ciento– son mantas, calculó Bravo. No obstante, puntualizó el máximo representante en la ciudad de la AEAT, los retornos a sus propietarios se extienden a otros productos como suavizantes, pañales o alimentación, entre otros.
El segundo supuesto que diferencia este organismo se refiere a la expedición comercial, o lo que es lo mismo, exportar mercancías de lícito comercio con su presentación para su despacho en las oficinas de Aduanas o lugares habilitados para tal fin. Aquellos clientes que deseen trasladar partidas que reciban esta consideración, tendrán que llevar, además de la factura y el acta del Instituto Armado, el Documento Único Administrativo (DUA) que el cliente recibirá del comerciante al que adquirió sus compras.
Pero, ¿qué criterio sigue Aduanas para determinar si se enmarca en el régimen de viajeros o en una expedición comercial? El volumen de la mercancía con la que se pretende cruzar la frontera del Tarajal. Como ejemplo real, no es lo mismo quien reclama tres mantas –primera circunstancia– que 77 –segunda–.
Los transeúntes que más se personan ante la AEAT es por la incautación de bienes de uso personal, mientras que aquellos englobados en la expedición comercial son quienes menos demandan la restitución ya sea porque el comerciante se niega a realizar el DUA, o bien, porque no les interesa recuperar los bienes o porque los bultos son ajenos a los polígonos del Tarajal, de consignas.
A partir del perfil de las personas que acuden a sus dependencias, la Agencia Tributaria puede establecer un retrato de los compradores que consumen en los establecimientos de la ciudad autónoma. De cualquier forma, añadió Bravo, los agentes de la Benemérita conocen si los peatones son porteadores habituales, empleados transfronterizos, españoles que parten a Marruecos a pasar el día o marroquíes a los que atraen los comercios de la ciudad por su oferta y variedad de productos.
En cuanto a los bienes perecederos, Bravo aclaró que se ceden a los bancos de alimentos cuando se aproxima la fecha de caducidad. Las falsificaciones suelen destinarse a la destrucción, mientras que otras prendas de vestir también se convierten en donaciones cuando pasa un tiempo justificado y nadie las reclama. Almacenar estos productos también genera una serie de gastos a la Administración que, con estas cesiones, ahorra costes y da utilidad a los bienes.
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