Inmigrante
"El inmigrante se siente despreciado, lo que le hace estar continuamente en una situación de defensa, y tiene que probar continuamente que no es un moro malo. Ello provoca tendencias de aislamiento social y automarginación", aseguró este sociólogo, que lamentó que "cuando el inmigrante llega a España no es acogido por nadie, ni los legales ni los ilegales, por eso nosotros pensamos que España es país de llegada, no de acogida".
Frente a ello, destacó que hay países como Holanda "en que al llegar los inmigrantes tienen que seguir unos trámites, estudiar las costumbres locales, el aprendizaje del idioma, se les ofrece información sobre sus derechos", lo que, en su opinión, "facilita su integración en la sociedad, algo que no ocurre en España".
El-Harras insistió en que sigue existiendo en España la percepción del marroquí como el moro, con todas sus connotaciones islámica, turca, árabe y bereber.
"Esa percepción proviene de la imagen que se propició en el siglo XV con el objetivo de afianzar la unión político-religiosa de España, considerando al moro como el enemigo tradicional de los españoles".
Nueva imagen
En la actualidad, considera que se reconstruye la nueva imagen del moro, con insinuaciones de rechazo y llamamiento a la vigilancia.
En su opinión, la cuestión de las ciudades de Ceuta y Melilla también contribuye a fomentar la imagen negativa hacia Marruecos que hay en nuestro país.
Marruecos no hace nada para que sus menores vuelvan a casa
El análisis que de que los menores no acompañados se realiza sobre todo en el sur de nuestro país y en Ceuta, como en Melilla por poner un ejemplo coincide en parte con la charla ofrecida por este profesor de Sociología de la Universidad Mohamed V de Rabat.
Está claro que el paso de la frontera, bien sea hacia la Península o para Ceuta es para encontrar una vida mejor, en muchas ocasiones, como se ha demostrado por distintos estudios realizados, por los propios padres. A pesar del interés demostrado por las autoridades españolas para que estos niños regresen a sus zonas de origen y allí no tengan problemas para estudiar o aprender una profesión encuentran problemas, de manera casi permanente, por parte de las autoridades marroquíes.
Ahora mismo en Andalucía hay más de ochocientos cincuenta menores o en Ceuta están acogidos más de ciento cincuenta y a pesar de todos los intentos por hacer cumplir con los acuerdos que existen entre ambas partes es prácticamente imposible. Tampoco el Gobierno central está realizando una presión suficiente hacia su homólogo marroquí para que se cumplan estos trámites.
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