Un oasis de solidaridad

Luna Blanca facilita cerca de 24.000 menús en la primera mitad del Ramadán. La afluencia de inmigrantes a la carpa ha disminuido, pero asiste al “dramático” repunte de familias ceutíes en los repartos de alimentos.

Las calles se quedan desiertas con la ruptura del ayuno. Los comerciantes echan la persiana y cada uno se marcha a casa a ‘desayunar’ con la familia. Todos excepto aquellos que, sin ser su voluntad, también guardan ayuno fuera de Ramadán. Es el momento en el que la carpa benéfica de la ONG Luna Blanca recibe a sus beneficiarios, junto a la mezquita de Sidi Embarek.
Este recurso benéfico facilita el iftar –alimento o bebida con la que se pone fin a la abstinencia diaria– a todos aquellos que llegan a sus instalaciones, con perfiles variados y especial presencia de inmigrantes, personas sin recursos, individuos sin familiares ni amigos, en definitiva, “toda aquella personas que se encuentra en riesgo de vulnerabilidad tiene abiertas las puertas de la carpa”, explicó Mustafa Abdelkader, presidente de la entidad. Un espacio donde se entrega al beneficiario leche, dátiles, harira y una cena caliente.
En Ramadán los musulmanes celebran con oración, meditación y ayuno el mes en el que Allah reveló a su Profeta Muhammad el Corán. Un tiempo, también, para solidarizarse con los desfavorecidos y con aquellos que, estando lejos de su hogar, buscan sentirse en familia. No son pocos los marroquíes y otros extranjeros en tránsito que, al encontrase bloqueados en la ciudad por las retenciones en la frontera, recalan en la carpa para romper el ayuno.
La concurrencia de inmigrantes ha caído de forma considerable, valoró el portavoz de la ONG, hasta el punto de que, de lunes a jueves, suelen completar unas 35 ó 36 mesas que los fines de semana desciende hasta la veintena. “Cuando, en años anteriores, incluso doblábamos la carpa”, rememoró Abdelkader. El subsahariano, apostilló, está acogido en el CETI y los horarios son incompatibles. Sin embargo, Luna Blanca sí ha notado un repunte de usuarios argelinos, marroquíes y algunos vecinos de la barriada Juan Carlos I, entre ellos cristianos.
Una cobertura humanitaria que está por encima de confesiones religiosas, como argumentó el máximo responsable de Luna Blanca. “El islam es paz y, para que la haya, tiene que haber solidaridad, es decir, nos tenemos que querer. Al ser Ramadán, y tratarse de la comunidad, el islam pide que el musulmán sea con el hermano como ladrillos que forman una pared”, ejemplificó Abdelkader. “Ahora bien, también dice que respetes los derechos de los demás: si tengo tres vecinos, pueden que estos sean musulmanes o no, máxime en Ceuta; así que tengo mis obligaciones sobre estos tres vecinos y, cuando digo vecinos, me refiero al entorno y la sociedad donde vivimos”, aleccionó el representante de esta organización benéfica.
El número de inmigrantes que acude a la carpa ha disminuido, pero la crisis ha hecho mella en las familias ceutíes. Cada vez son más los residentes atendidos en el reparto de alimentos por el iftar. Los integrantes de la ONG perciben un aumento “exagerado”. Un total que se traduce en entre 380 y 400 familias diarias –con cuatro miembros como mínimo– de las 410 que tienen censadas. “Una cifra que, de verdad, asusta, asusta...”, reconoció Abdelkader apesadumbrado porque es “dramático”.
Una “pena” que, destacó su máximo representante, se torna en “alegría” porque “gracias al esfuerzo” de la directiva, voluntariado, personal de cocina, colaboradores y de la aportación de la Ciudad Autónoma pueden atender a este colectivo dentro de sus posibilidades, “cubriendo un 70 por ciento de sus necesidades”.
Esta entidad cuya sede está en los bajos de la mezquita Sidi Embarek trabaja todo el año por los desfavorecidos, pero este mes, al tratarse de un periodo de misericordia, generosidad y bondad, arrima el hombro especialmente por aquellos que lo están pasando mal. En las dos primeras semanas del mes sagrado, contabilizaron a 23.788 beneficiarios. Durante el resto del ejercicio, desarrollan otras actividad como es la atención directa diaria –de lunes a viernes– con la que atienden a 350 familias fijas –frente a las 410 en Ramadán–. Una causa en la que cuenta con la colaboración de la Comandancia General de Ceuta; panaderías; una gran superficie; además de los colaboradores que donan legumbres, pasta o carne. Una prestación a la que se suma el comedor del viernes en el que, como es tradición, procuran preparar cuscús.
Luna Blanca, una ONG que para muchos es un oasis de solidaridad también en Ramadán. Los integrantes de esta asociación aprovecharon la oportunidad para desear Ramadán Mubarak a todos los ceutíes.

Concurrencia de argelinos, marroquíes y algunos vecinos del barrio Juan Carlos I

La organización percibe un retroceso en la concurrencia de inmigrantes, en especial, de subsaharianos residentes en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que Abdelkader atribuye a la incompatibilidad de horarios entre la carpa y el centro del Jaral. Sin embargo, Luna Blanca ha reparado en un repunte de usuarios argelinos, marroquíes y algunos vecinos de la barriada Juan Carlos I, también cristianos. Entre los comensales que rompieron el ayuno en la carpa este martes, se encontraban sobre todo hombres aunque, también, algunas mesas de mujeres. Una familia marroquí atrapada en Ceuta por las retenciones en la frontera rompió el ayuno en esta instalación.

Humaima González Ahmed, voluntaria

“Esta comida hace mucho por ellos”

Sin la habilidad y las carreras por el comedor de los voluntarios de Luna Blanca, resultaría imposible atender al número ingente de personas que, al atardecer, acuden a la carpa por el iftar. Humaima González Ahmed es una de estos activistas. “Ayudamos a hombres y mujeres que no tienen casa, comida ni dinero; con estos alimentos hacemos mucho por ellos”, indicó la joven. Cada uno de ellos tiene asumida una función, pero a todos les une el deseo de socorrer al prójimo más aún en un mes tan especial para los musulmanes.

Mustafa Abdelkader, presidente de Luna Blanca

“Las puertas están abiertas para ayudar y recibir cualquier apoyo”

“Satisfechos” con el servicio que prestan a estos colectivos, el presidente de Luna Blanca reconoce que a su equipo le “gustaría hacer más, recibir más para poder ofrecer más”. Por este motivo, Abdelkader hizo un llamamiento para que la ciudadanía conozca la ONG que encabeza y resaltó que las “puertas están abiertas para todos”. No solo para dar ayuda, “sino también para recibir cualquier propuesta, sugerencia y apoyo tanto profesional como material o económico”. Además, como asociación, pertenecen al Banco de Alimentos, al cual están muy agradecidos por su admisión y por contar con ellos puesto que, registrados, “tenemos 480 familias que se benefician todos los meses con una bolsa que incluye entre 14 y 15 productos de primera necesidad”.

Emilio, beneficiario

“No dejan a nadie sin comer; eso es lo más importante”

Su “situación económica” no le permite pagarse una comida caliente y, al abrigo de Luna Blanca, ha encontrado un ambiente familiar. “Hacen muy buen trabajo porque atienden a todo el mundo. No dejan a nadie sin comer; eso es lo importante. Que podamos comer algo, lo que sea”, reconoció Emilio, beneficiario cristiano de la carpa. Cenar mientras el resto de comensales rompen el ayuno no es un inconveniente para este vecino porque, como explicó, “la mayoría de mis amigos son musulmanes” y conoce de cerca cuáles son las tradiciones de esta comunidad. Otros de los comensales confesaron las penurias que atraviesan al vivir en la calle.