Un nuevo sacerdote “para servir al pueblo de Dios”

La Santa Iglesia Catedral, abarrotada de fieles, acogió ayer la ordenación sacerdotal de Juan Ramón Rouco, que recibió el cariño del clero y los fieles

“Sí, estoy dispuesto”, “sí, lo haré” y “sí, quiero, con la gracia de Dios”. Con estas tres respuestas contestaba Juan Ramón Rouco a las preguntas del obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza Boy, y mostraba delante de su pueblo su voluntad de convertirse en sacerdote. De esta manera, se comprometía a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal en el grado de los presbíteros como buen colaborador del Orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y dejándose guiar por el Espíritu Santo; a realizar el ministerio de la palabra, preparando la predicación del  Evangelio y la exposición de la fe católica con dedicación y sabiduría; a presidir con piedad y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia; a invocar la misericordia divina, en favor del pueblo que le ha sido encomendado, perseverando en el mandato de orar sin desfallecer; a promover el ministerio de la caridad, buscando siempre anunciar el Evangelio, con el testimonio de su vida, a los hermanos pobres, enfermos y marginados, siguiendo el ejemplo de Cristo que vino a liberar a los hombres de los males que les oprimen; y a unirse cada día más a Cristo y con él consagrarse para la salvación de los hombres.
Con gozo y alegría vivió ayer el clero y los demás fieles la ordenación de Juan Ramón Rouco. Además de numerosos familiares y amigos, acudió el presidente de la Ciudad, Juan Vivas; el presidente del Consejo de Hermandades, Juan Carlos Aznar, y numerosos cofrades, quienes quisieron acompañar al nuevo sacerdote en es te momento tan importante.
El obispo de Cádiz y Ceuta dijo que ayer era un día “de gozo inmenso, profundo, que no es fácil de describir, pero que late en nuestro corazón el mismo impulso de nuestro corazón y de nuestra fe cristiana”.
Zornoza manifestó que el nuevo sacerdote ha aceptado este compromiso “para servir al pueblo de Dios”, y añadió que esta gracia exige de los presbíteros “una entrega absoluta, no es un oficio que se pueda hacer a tiempo parcial, sino que cambia la vida, transforma el corazón y exige de aquel que lo acepta con temor y temblor un cambio total en su vida. Ser otro Cristo, configurar con Cristo”.
El obispo de Cádiz y Ceuta explicó que a Dios entrega su vida quien lo ama por encima de todo y quien deja que sea él quien gobierne su vida, y que a quien decida hacerlo le exige entrega, voluntad, afecto y poner toda la vida a su servicio para que la entrega sea total y después pueda ayudar a quienes necesitan a Cristo y buscan a Dios.
Para finalizar, el obispo dio la enhorabuena a todos los asistentes por tener “un gozo compartido”, la ordenación de Rouco, quien recibió un aplauso al unísono al finalizar la ceremonia.

Muestras de cariño en el besamanos

La práctica totalidad de los fieles que en la mañana de ayer llenaron la Santa Iglesia Catedral le mostró al finalizar el acto su cariño en el besamanos. Familiares y amigos esperaron a que finalizara el besamanos para posar con él e inmortalizar este inolvidable momento en una fotografía en el altar de este templo. Al finalizar el acto religioso se repartieron recordatorios con la imagen de la Virgen de África que recogen las tres fechas importantes para el sacerdote: la ordenación sacerdotal (ayer), la Primera Misa (hoy) y la Misa de Acción de Gracias (6 de octubre).

Le acompañó todo el clero

El obispo, el vicario, párrocos de todas las iglesias de Ceuta y quienes han estado también destinados en la ciudad y se marcharon en algún momento... Todos los sacerdotes que han podido ver el proceso de formación de Juan Ramón Rouco estuvieron ayer en el que será uno de los momentos más importantes de su vida. Sacerdotes como el padre Béjar o David Gutiérrez volvieron a Ceuta para este momento, como también lo hizo el anterior vicario, Francisco Correro Tocón.

Comienza una nueva etapa

Rouco comienza ahora una nueva vida. Hoy oficiará su Primera Misa a las 11:00 en la Parroquia de Santa Teresa de Jesús. Después irá destinado a la Parroquia del Santo Cristo, en San Fernando, donde el 6 de octubre tendrá lugar la Misa de Acción de Gracias.

“Cuando empezó a decir que quería ser cura, yo nunca pensaba que pudiera llegar a verlo”

Tiene más de 80 años, por lo que cuando Rouco empezó a decir que quería ser cura, el padre Béjar no pensaba que pudiera llegar a verlo. Finalmente ayer lo consiguió, y estuvo a su lado. “Es una emoción muy grande”, dijo quien lo acogió de monaguillo. Ambos han estado en contacto a pesar de la distancia. En el acto de ordenación, el obispo reconoció el apoyo que el padre Béjar dio al ahora sacerdote, algo que fue muy emotivo para él. “Ha sido casi como renovarme de nuevo”, explicó. En la actualidad está en Córdoba pero dejó huella en Ceuta, una ciudad en la que hizo “todo lo posible” por cumplir con su deber y de la que se fue “contento y satisfecho”, sobre todo con su labor por los inmigrantes. Recordó que la Iglesia siempre ha hecho una labor importante por los inmigrantes y que el Papa Francisco ha dicho que no se pongan impedimentos a quienes buscan una vida mejor. Los fieles mostraron su cariño a este hombre que en Ceuta demostró su compromiso con la  Iglesia y su ayuda a los necesitados.

“Esta es una experiencia que te toca el corazón”

Era la persona más solicitada, a la que todos querían abrazar y con la que querían fotografiarse. Tras el besamanos, en el que participaron prácticamente todos los asistentes, Rouco ofreció una entrevista a este medio para contar su experiencia.
–Supongo que será para usted una inmensa alegría que le hayan ordenado sacerdote.
–Es impresionante, por el hecho de que llevo deseándolo, se puede decir, desde chico. Desde los ocho años cuando sentí la llamada, y aunque mis más y mis menos he tenido, siempre he deseado llegar a ser sacerdote. Entonces, teniendo ya 25 años y después de siete de seminario y ordenarte, pues es una alegría.
–¿Cuándo sintió la llamada?
–La primera vez que la sentí fue en una Eucaristía. Estando en Misa un domingo, teniendo ocho años, recuerdo que eso de que el pan y el vino se convirtieran en cuerpo y sangre del Señor, fue algo que en mi corazón me dijo “este es tu sitio”. Entonces, desde ese momento empecé a decir que quería ser cura, porque me llamó mucho la atención. A partir de ahí empecé a sentirlo y a decirlo, pero sí que es verdad que tuve mis más y mis menos, aunque lo decía no lo sentía muchas veces. Yo vi en el fondo que ese era mi sitio, entonces me lancé, pero realmente no estaba convencido al cien por cien. Y fue dentro del seminario, gracias a unos ejercicios espirituales, un tiempo profundo en experiencia del Señor, cuando me di cuenta de cómo Dios había actuado en todos los momentos de mi vida y, o era casualidad de casualidades, o que Dios estaba detrás de todos los momentos que me habían llevado para terminar en el seminario. Gracias a eso, dentro de este se puede decir que yo descubrí realmente mi llamada, mi vocación.
–Ha regresado a la ciudad el padre Béjar para asistir a su ordenación. Con él ya fue monaguillo.
–Sí, el padre Béjar fue el primero que me acogió, siendo pequeño.  Teniendo yo unos diez u once años, después de hacer la Comunión, se enteró de que quería ser cura y me acogió de monaguillo. Entonces ha estado siempre encima mía, siempre me preguntaba cómo iba y me ha ayudado muchísimo en mi llamada. Yo le debo a él mucho. Después, en su forma de ejercer el ministerio, por lo menos en esos años en los que estuve con él, pude ver una persona entregada cien por cien a la parroquia, una persona que escuchaba muchísimo a la gente, una persona que ayudaba a los inmigrantes a pesar de que muchos lo criticaban. Son experiencias de una persona que te ayuda después a elegir realmente el camino que Dios te llama.
–La Catedral ha estado abarrotada en su ordenación. ¿Qué se siente en ese momento?
–Pues ni lo he pensado. La he visto llena de gente pero realmente es esa situación en la que no crees que sea por ti. Tanto aquí como después en el besamanos y abrazando a la gente, te das cuenta de que te aprecian, y uno dice “¿quién soy yo para merecer esto y que la gente te quiera tanto?, ¿qué he hecho yo para esto?, ¿qué debo hacer por los demás?”. Es una experiencia fuerte, impactante y que a la vez te toca el corazón, porque dices “tengo que actuar también, por todo lo que han hecho por mí tengo yo que hacer algo por ellos”. Entonces, es un toque de atención.
–¿A qué iglesia va destinado?
–Voy a la Parroquia del Santo Cristo, de San Fernando. A ella he estado yendo este año de diácono, la conozco y también al párroco. Estoy súper ilusionado y contento porque conozco muchísimo a la gente de allí, y es muy buena y me quiere mucho, y yo los aprecio y los quiero mucho a ellos.
–Mañana –por hoy– oficiará su primera misa como sacerdote. ¿Qué espera?
–Ya le dije que la llamada la sentí gracias a la Eucaristía. Que mis manos puedan hacer una cosa que es pan y vino, en cuerpo y sangre del Señor, y actuar en nombre de Cristo ante la parroquia que me ha visto crecer, la de Santa Teresa, es muy fuerte. Son cosas en las que uno dice “a ver cómo soy capaz de hacerlo”.