“Esto se veía venir”, se lamentaba una vecina de la Junta de Obras del Puerto mientras contemplaba la enorme humareda generada por la quema de hasta 16 coches y un remolque, en pleno puerto. Se trata de vehículos intervenidos por la Guardia Civil porque han sido decomisados en operaciones contra el narcotráfico o de pase de inmigrantes y que, incongruentemente, permanecen apilados en pleno Muelle, erigiéndose en un claro riesgo público. Permanecen como algo normal, a pesar de que ya se han sucedido incendios provocados en una zona de seguridad por la que deambulan diariamente menores y adultos para intentar colarse en alguno de los barcos.
Dentro de esos coches duermen y también manejan disolvente. Dentro también se han producido otros incendios aunque nunca de la gravedad del de ayer. “Si llegan a estar con los depósitos llenos de gasolina, ocurre una tragedia”, lamentaba otra de las testigos.
Sorprendidos y asustados
El incendio sorprendió a varias familias que estaban comiendo en el bar de la Casa del Mar. Precisamente fueron sus responsables las que alertaron de lo sucedido al notar un intenso olor a quemado. Carlos, un ceutí que comía con su familia, cuenta que “notamos que hacía mucho calor, después el humo y salimos asustados porque empezaban a escucharse como explosiones. No sabíamos si en los coches había gasolina. Estábamos todos asustados pero también indignados”, cuenta a este periódico. Los residentes en la Casa del Mar tuvieron que ser desalojados ante la cantidad de humo acumulado y los regentes del bar cerraron el local saliendo del mismo todas las familias que allí estaban comiendo.
Son muchas las quejas que se han trasladado sobre la inseguridad en esta zona de la ciudad. Ayer, nada más producirse el incendio, decenas de inmigrantes salían corriendo de la zona de los coches. La Benemérita interceptó a dos de ellos pero solo trasladó finalmente a uno a la Comandancia de la Guardia Civil, un menor (aunque habrá que realizarle las pruebas para determinar su edad) al que ayer se le tomaba declaración sobre lo sucedido, tal y como adelantó este periódico en su edición digital. Lo confirmó por la noche la Benemérita, resaltando que quedaba en calidad de investigado y que se le habían leído los derechos por un presunto delito de daños.
La Policía Judicial investiga el origen de este siniestro que, “presuntamente, podría haber sido originado por un grupo de jóvenes inmigrantes que habitualmente deambulan por la zona”, indicó oficialmente en un comunicado, sin valorar si se trataba de una acción premeditada o accidental, ya que los propios inmigrantes han manejado en otras ocasiones el fuego para hacer hogueras o disolvente que intercambian entre ellos.
La Benemérita sigue realizando las gestiones para averiguar lo sucedido y buscando testigos para que puedan aportar “datos fehacientes de cómo se han producido los hechos para llegar a su total esclarecimiento”, al objeto de llegar a todas las personas implicadas, también las que huyeron junto a este menor.
Hasta 16.000 litros de agua necesitaron los componentes del SEIS para sofocar las llamas, siendo alertados de la posibilidad de que pudiera haber personas en el interior de alguno de los vehículos, algo que afortunadamente no ocurrió.
La expectación en el entorno del puerto, justo al lado del edificio de la Casa del Mar, era total. También la atención policial, desplegándose Policía Portuaria, Nacional, Local, la dirección del Puerto y la Benemérita, llegando a cortarse el tráfico para evitar males mayores. Acudieron además representantes de la Ciudad y de la Delegación del Gobierno
El riesgo era evidente. El riesgo y el miedo entre los presentes. Vecinos de la barriada y ciudadanos a los que les sorprendía este suceso se convertían en atónitos testigos de lo sucedido. “Hemos pasado mucho miedo. ¡Escucha, escucha las explosiones!”, exponía una vecina mientras los coches ardían, uno detrás de otro, y así hasta 16.
Nadie se explica cómo se permite que esos coches que están intervenidos sigan ahí. Muchos de ellos pertenecen a juicios ya celebrados pero otros no, siendo causas pendientes de celebrar. Justicia mantiene esos coches en instalaciones portuarias, sin depositarlos en otro lado, por lo que terminan siendo pasto de ocupaciones en este caso de los inmigrantes o son destrozados.
Muchos son los que ayer se lamentaban porque este era un suceso anunciado. Hace unos meses se produjo un incendio similar, también provocado. “Esto se veía venir, iba a pasar, porque no hay ningún control”, espetaban los presentes. Por la zona restringida de seguridad pasan adultos y menores indocumentados que han convertido este lugar en su vivienda. Pero es más. Ayer mientras los Bomberos sofocaban las llamas, había gran cantidad de menores viendo las tareas de extinción sin que ninguna autoridad diera orden a las patrullas policiales de recogerlos y trasladarlos al centro de acogida. Son los habituales que pernoctan en el lugar, que están entregados al consumo de drogas, que permanecen en la zona intentando colarse en barcos, que rechazan cualquier tipo de protección.
Hasta el lugar del incendio acudieron las principales autoridades del Puerto, con semblantes serios ante un suceso que no les es ajeno. De hecho son más los que se producen de los que finalmente trascienden al ámbito público. Son conocedores del riesgo en el que se incurrió y de lo que podía haber pasado.
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