Creo que toda persona se ha podido dar cuenta de que no siempre es fácil, ni cómodo, ir de un lado a otro y hasta es posible que ese camino que ya ha recorrido muchas veces, con cierta desenvoltura, se le hace difícil de pronto, lo que le motiva la natural sorpresa y hasta algo de enfado.
Tal vez no hemos estado pendientes de loa avisos que se hayan podido poner en circulación o no se ha estimado en su verdadero valor la noticia que le pudo haber llegado. Esto no es cuestión exclusiva de nuestro tiempo y de nuestra personalidad. Ha ocurrido en todo tiempo y lugar.
Ya ven lo que le ocurrió a los Reyes Magos, a pesar de su Ciencia y conocimiento de la vida. No sabían, con certeza, a qué lugar tenían que ir pero, afortunadamente, sabían que debían seguir el camino que les mostraría, día a día, una estrella especial, una estrella concreta entre las miles que poblaban el cielo, una estrella que no les engañaría nunca.
Su camino no fue fácil, además de largo, pero se mantuvieron firmes en su empeño de caminar hacia lo que les había sido indicado de una forma especial. Al final pudieron ofrecer sus regalos a Jesús, recién nacido.
Hoy, cuando esto se escribe, está a punto de culminar una vez más el feliz viaje - a pesar de algunos contratiempos - que en su tiempo hicieron los Reyes Magos.
Un viaje sin igual pero que nos enseña muchas cosas; entre ellas la firmeza de sus convicciones y el tesón de cumplir, día a día, aquello en lo que creyeron.
Hoy, por esa razón, se nos hace imperiosa la obligación de ser firmes en nuestras propias creencias.
Tenemos obligación - cada persona por su propia responsabilidad - de seguir el camino de la Verdad hasta el momento de entregar nuestra vida.
Son muchas y variadas las opiniones que circulan en los ambientes que cada persona vive, pero no todas son las adecuadas para seguirlas; hay que saber discernir entre ese cúmulo de opiniones y de caminos a seguir, para encontrar la solución correcta para nuestras vidas y las de todas aquellas otras personas que configuran nuestra sociedad.
Puede resultar difícil, o complicado, encontrar el camino adecuado pues hay - ahora como en los tiempos de los Reyes Magos - intereses encontrados. La Verdad no es un capricho; requiere una seria meditación.
Si asistimos a la Cabalgata de los Reyes Magos estaremos rodeados de una gran cantidad de personas, especialmente padres con sus hijos pequeños que nos trasladarán a la edad que ellos tienen y nos fijaremos en cómo aparecen las ilusiones en los ojos y en los gestos de los pequeños y pequeñas.
Ilusiones, todas, de felicidad, pensando en los regalos que a ellos les puedan llegar en la noche mágica de los Reyes de Oriente. Nosotros, los mayores, mujeres y hombres, pensaremos en asegurar felicidad para los pequeños a lo largo de sus vidas. ¡No nos equivoquemos!