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“Un buen radioaficionado siempre debe estar al servicio de los demás”

Su afición por las telecomunicaciones viene desde muy pequeño, de hecho todavía recuerda cuando le desarmó a su madre algún reloj antiguo y luego le sobraban algunas piezas a la hora de recomponerlo.

A los ocho años su padre, viendo que su gusto por la electrónica iba en aumento, le regaló un walkie para que fuera practicando. La confianza en este mundillo de las ondas creció durante su época del servicio militar, donde cimentó su profesión al estar integrado en el cuerpo de Ingenieros, concretamente en la compañía de radio.
Tras acabar sus obligaciones con la “mili” se preparó unas oposiciones y consiguió una plaza de ordenanza en el Ayuntamiento de la ciudad. Una vez resuelto su futuro laboral, ha dedicado sus principales empeños al mundo de los radioaficionados, siendo actualmente el presidente de esta organización a nivel local.
Hablar con José Antonio Méndez Ríos sin hacerlo sobre electrónica, electricidad o telegrafía es prácticamente imposible. Conocimientos, sin duda, le sobran a este gran aficionado de las ondas.

–¿De dónde viene esa afición por la electrónica?
–Desde pequeño me gustaba mucho, de hecho desarmaba algún que otro reloj antiguo y luego me sobraban piezas. La verdad es que era un niño un poco travieso en una época donde nos pasábamos todo el día jugando al pincho o al trompo en la calle Calderón de la Barca en Villajovita. A los ocho años me regalaron mi primer walkie.
–¿Eras un buen estudiante?
–Estuve en el colegio de Villajovita, luego en el Príncipe Felipe y finalmente en el Beatríz de Silva, siendo uno de los primeros alumnos de este último centro con Arturo Fuentes Viña. La verdad es que me arrepiento de no haber estudiado más porque valía pero no me gustaba.
–¿Qué haces entonces?
–Mi padre me dijo que si no quería estudiar tenía que hacer el servicio militar y me fuí voluntario a los dieciséis años, entrando en Ingenieros.
–¿Qué supone la mili?
–Supone que la electrónica pasa de ser un entretenimiento a convertirse en algo más serio por la importancia de las comunicaciones en el Ejército. Por este motivo, para mí la mili no fue una etapa perdida sino todo lo contrario.
–¿Qué te reportó el servicio militar?
–El conocimiento de un oficio, primero el código morse. Con el paso de los años te das cuenta la importancia de la telegrafía, ya que, de hecho, era obligatorio para los astronautas tener licencia de radioaficionado para identificarse en el supuesto de cualquier problema con las telecomunicaciones.
–¿Por qué no continúas como militar?
–Después de estar dieciocho meses decidí no reengancharme porque no me gustaba la vida militar, por lo que me licencié a principios de 1988, preparé unas oposiciones y tuve la suerte de aprobar para ordenanza en el Ayuntamiento en el 1989, donde entré a trabajar como interino aunque luego conseguí la plaza en propiedad en la época de Jesús Fortes de presidente.
–Tras encontrar la estabilidad laboral, ¿Te dedicas de pleno a tu afición por la electrónica?
–Sí, siempre me he construido mis propias antenas, me pegué muchos años de pirata en la llamada “banda ciudadana” hasta que en el año 1999 muchos de los que estaban en esa banda me decían que yo tenía madera, me animé y me examiné para Eco-Charlie, que es la banda novel, lo cual me acreditaba con un título para poder utilizar estaciones de radio.
–¿Era complicado entonces lograr una titulación?
–Sí, los exámenes eran de muchos conocimientos técnicos sobre electrónica, electricidad y legislación, además de la telegrafía que era un tema que hacía de filtro ya que muchos suspendían por este asunto.
–Y de ahí ...
–Pasaron seis meses y me examiné para Eco-Alfa, que es la licencia más alta, donde me volvían a preguntar sobre electrónica y electricidad. Ahí conseguí mi indicativo o licencia que es EA9CD.
–¿Cuándo entras en contacto con la Unión de Radioaficionados?
–Pensé que la unión hace la fuerza y esta organización tiene más de setenta años de historia, actualmente ronda los 11.000 socios y decidí pertenecer a esta asociación porque la ley nos obliga a tener nuestras estaciones de radio con un seguro de antena y la Unión de Radioaficionados dispone de un seguro colectivo.
–¿Hasta que punto te implicas?
–La verdad es que muy pronto puesto que al año me ofrecieron pertenecer a la junta directiva como tesorero, luego fuí vicepresidente y cuando Salvador Bernal Gordillo dejó el puesto de presidente al irse a la península me hice cargo de la URCE.
–¿Son las comunicaciones de las que más han avanzado en los últimos años?
–Sí, el cambio ha sido bestial, sobre todo en los equipos que tienen una recepción en audio. Hay que tener en cuenta que el radioaficionado más que hablar se dedica a escuchar, es decir, nos pasamos mucho tiempo escuchando. La calidad de sonido de un equipo moderno no tiene nada que ver con los antiguos aunque la nostalgia te hace echar de menos algunas cosas del pasado.
–¿En qué medida han influído las nuevas tecnologías?
–Si antes el filtro era la telegrafía ahora son los móviles y internet porque la aparición de los teléfonos móviles ha permitido que desaparezcan los radioaficionados de conveniencia, es decir, antes había unos 40.000 radioaficionados pero ahora, por vocación, está la gente que verdaderamente le gusta.
–¿Ha sido positiva la eliminación de estos radioaficionados de conveniencia?
–Sí, porque ha servido para eliminar a muchos que no se sentían verdaderos radioaficionados, aunque es cierto que no todo el mundo debe pertenecer a nuestra organización.
–¿Está bien visto un radioaficionado por la sociedad?
–Siempre nos han tomado un poco como personas raras por estar siempre liados con las antenas pero la verdad es que ese concepto ha cambiado porque ejercemos una labor altruista, las comunicaciones siempre están operativas y si pasa cualquier situación de emergencia siempre estamos al pié del cañón, como sucedió con el terremoto de Chile o con algún barco perdido en aguas del Estrecho.
–¿Cuáles deben ser los principios de un buen radioaficionado?
–Nosotros tenemos unas reglas de oro que pasan por estar siempre para servir a los demás, no hablamos nunca de política o de religión a través de la radio y, sobre todo, tampoco hablamos de temas de asuntos sexuales porque no sabes quién te puede escuchar. Ante todo, somos caballeros, es decir, nos identificamos un poco con los moteros porque tienen mala fama creada pero cuando ocurre un accidente en la carretera son los primeros que se detienen para ayudar.
–¿Quién no debe formar parte de este gremio?
–Personas que sean un poco cerradas porque aquí haces amigos a diario y si eres muy reservado no llevas buen camino. Ceuta está considerado como un país dentro de los radioaficionados por estar fuera del territorio nacional, al igual que Canarias o Baleares, por lo que tenemos mucho tirón.
–¿Qué momento vive la URCE?
–Bueno, siempre nos mantenemos en torno a los 90 socios y gozamos de buena salud. Anualmente asisto a una asamblea general de socios en el mes de junio y estamos igual que los demás.
–¿Cuáles son vuestras principales actividades anuales?
–Siempre hacemos actividades de temas culturales como la vigésimo sexta edición del “Ceuta, cuna de La Legión” o el centenario de Regulares, es decir, procuramos sacar temas de la historia local porque nos consideramos embajadores de Ceuta, de ahí que cualquier fiesta o tradición la damos al aire.
–¿De qué te sientes más orgulloso en tu etapa en esta asociación?
–De tener una calle con nuestro nombre en el Polígono, lo cual es gracias al apoyo de la Ciudad, por lo que somos un ejemplo para las demás autonomías.
–¿Algún contacto en especial en las ondas?
–Sí, en el 2000 pude hablar con el Rey Juan Carlos I, el cual tiene un indicativo único en el mundo. Nosotros siempre nos tuteamos pero cuando hablé con él me entraron las dudas y le hablé de usted. Cuando terminé le dije que me gustaría verlo por Ceuta y eso se produjo al cabo de unos años.
–Por último ¿Qué pedirías?
–Le pediría a los ciudadanos que nos vieran como un grupo de personas solidarias y que siempre estamos ahí para lo que necesiten. Hoy en día se echa de menos a personas que sin ningún interés económico ponen su tiempo para intentar ayudar a los demás en cualquier tipo de emergencia, por lo que es una labor que se debería agradecer.

El motociclismo, otra “locura”

FICHA. José Antonio Méndez Ríos (Ceuta, 1968) es el mayor de una familia de dos hermanos cuyo madre es ceutí y su padre cordobés.
Casado y con dos hijos (Ylenia y Kirian), entró como ordenanza en el Ayuntamiento en el 1989, pasando posteriormente a ser Técnico en Comunicaciones.
Desde el año 2000 estaba destinado en el antiguo Centro de Proceso de Datos y actualmente en el Área de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información.
Entró en la Unión de Radioaficionados de Ceuta (URCE) como un socio más aunque rápidamente se implicó en la junta directiva, ocupó el cargo de vicepresidente desde el año 2000 y desde el 2007 es presidente de esta organización.
Su gran afición, además de todo lo relacionado con la radio, es el motociclismo, para lo cual dice con orgullo tener una “Honda CBR 1000 RR”.

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