A Iván Maldonado le aguardaban ayer en el Parque Urbano Juan Carlos I más de un centenar de niños dispuestos a sudar. Llegados desde diez puntos distintos de la ciudad, estaban a punto de convertirse en los protagonistas de la carrera infantil con la que la Asociación de Vecinos de Pasaje Recreo le rendía homenaje.
Con sólo 34 años, este trabajador de Trace –la empresa que se encarga de la limpieza y de la recogida de residuos urbanos– se ganó a los vecinos con su trabajo diario durante los tres años en los que se dedicó a sacar lustre a las calles que conforman la barriada. “Siempre estaba dispuesto a ayudar, a colaborar, a echarle una mano a quien lo necesitase. Siempre haciendo cosas que iban más allá de su cometido. Una persona ejemplar”, reconocía ayer el presidente de la barriada e impulsor de la iniciativa, Mohamed Nadir Abselam, mientras alineaba sobre la mesa los trofeos por los que en unos minutos competirían los pequeños en una nueva edición de la prueba tras la organizada el pasado año en el área del Pantano.
Era, quizás, el mejor escenario para agradecer a Iván su dedicación. En las pistas, y en el deporte por extensión, se mueve como en casa. De hecho, reparte su tiempo libre entre la Peña Ceutí de Atletismo y el Club Natación Aguas Abiertas, aunque una lesión ha mermado en las últimas semanas su actividad. Ayer, después de que los distintos grupos cruzasen la meta, recibió una placa de manos del nuevo presidente de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, que ayer ejercía además como máximo responsable del operativo desplegado por Protección Civil.
Iván acumula 13 años de profesión: 12 de ellos en la antigua empresa concesionaria (Urbaser) y uno en la actual, Trace. En su anterior etapa, antes de ser reasignado hace poco a Pasaje Salud, era la persona que mantenía a raya la limpieza en Pasaje Recreo, Recinto Sur o Patio Castillo. Pero su afán de superación iba más allá. “Siempre me han molestado las cosas que no me gustaban, las que no estaban bien hechas, e intentaba solucionarlas. No solo en mi trabajo, sino echando siempre un cable a quien lo necesitaba: ayudando por ejemplo a las vecinas a llevar la compra, o lo que hiciera falta”, recuerda. Tan buen recuerdo dejó en esa zona de la ciudad que asegura que quienes se acercan a comprar pan hasta el Molino y se topan con él le reconocen, le llaman por su nombre y le confiesan que le “echan de menos”. Más que una profesión, en la que se volcaba a diario de 7:00 a 14:30, confiesa que entabló “una auténtica amistad” con los residentes, a los que agradece el trato que le dispensaron en ese tiempo. “Saben dónde vivo, si estoy soltero o casado. Lo saben todo”, asegura con una sonrisa.
Antes de desembarcar en el sector de la limpieza fue militar y mecánico. Ahora confiesa estar “muy contento” con un trabajo que además, bromea, “me permite pagar la hipoteca”. El reconocimiento, asegura, le hace “más grande” y es “una inyección de motivación” aunque, subraya, será siempre así porque disfruta “ayudando a la gente”.
Tras supervisar las carreras alrededor del Parque y la entrega de trofeos, Iván se marchaba con su placa bajo el brazo. Moreno también se mostraba satisfecho con un acto que calificaba de “estupendo” y de ejemplo de “la unión que debemos tener el movimiento vecinal; dejémonos de enfrentamientos”.