Son los últimos asiáticos del CETI. Los últimos del grupo de 53 varones que hace unos meses decidió plantarse en la Plaza de los Reyes cansados de esperar una salida a la península que nunca llegaba. Fueron 19 días con sus 19 noches de desesperanza. Hasta que al final se rompió el bloqueo y poco a poco se produjeron los primeros traslados.
Hoy solo quedan siete en el centro. Siete de aquel grupo al que se le ha unido otro joven llegado hace unos meses. Son los últimos asiáticos del CETI, los últimos integrantes de un colectivo que se ha caracterizado por su respeto. Procedentes de India, Sri Lanka, Bangladesh y Birmania cuentan ya los días que les quedan para lograr el pase a la península, donde les esperan sus compañeros.
Shacin, Rohit, Nadim y Pardeep son cuatro de estos jóvenes, cuatro de los protagonistas de una historia migratoria que comenzó hace algo más de un año, cuando decidieron abandonar sus lugares de origen para llegar a una Ceuta que queda para siempre en sus corazones. No olvidan las más de 3.000 firmas recogidas de ciudadanos que apoyaron su marcha fuera de la ciudad, que con su rúbrica consideraron que era una injusticia que se les tuviera paralizados en Ceuta sin posibilidad de marcha y sin fundamento alguno.
“Ceuta es muy buena”, explica Shacin, “hemos estado muy bien”, matiza en un atropellado español que intenta mejorar poco a poco. Agradecen el cariño de la gente, cómo estuvieron a su lado y cómo apoyaron su causa porque era justa. Tienen un especial cariño para los profesores “que nos han enseñado español” y que les han ayudado en una formación que les servirá cuando pasen al otro lado. También para los voluntarios y el director del CETI, que estuvo atento a sus reivindicaciones.
Sueñan con ir a Madrid o Barcelona, donde están los demás compañeros que han ido saliendo de Ceuta, en donde es más fácil buscarse la vida, encontrar un trabajo y residir con la familia, olvidando estos más de 24 meses bloqueados en una ciudad que se suponía era de paso temporal pero que terminó siendo algo más. Un periodo con momentos buenos y malos que ahora quedan en el recuerdo.
Cuando llegaron a Ceuta pensaban que iban a quedarse meses. Luego el paso del tiempo les enfrentó a una dura realidad: su marcha estaba bloqueada sin explicación alguna. “Nos quedamos bloqueados, no sabíamos por qué... luego nos ayudaron, ahora estamos felices, contentos, porque pronto saldremos”, explica.
Atrás quedan las despedidas en la estación marítima a los compañeros que se fueron, las escenas de convivencia cuando hacían la comida en la playa, todos juntos, o cuando prepararon la cena de despedida previa a las primeras marchas agradeciendo a los que les habían apoyado en su causa. Son los últimos asiáticos del CETI, personas con una vida, con un proyecto y con una historia que un buen día recaló en Ceuta en una patera.
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